De qué depende el precio de tu seguro de vida

¿Te acordás de una película que salió hace como 10 años de Ben Stiller y Jennifer Aniston? En inglés se llamaba “Along Came Polly” y, si no me equivoco, su nombre en español era “Mi novia Polly”.. o algo así.

A mi parecer, no era una película particularmente buena, pero sí tenía una parte que nunca olvidé y siempre me pareció bien interesante: la obsesión que tenía Reuben (Ben) por andar calculando el riesgo en absolutamente T-O-D-O. ¿Te acordás? Reuben era el tipo que ni que le pagaran agarraría maní de un vaso común en un bar porque “miles de personas que no se lavan las manos, la meten en el vaso y contaminan el resto del maní”.

Y obvio, como en toda película, se encuentra con su polo opuesto y la tal Polly llevaba una vida más bien desordenada, en riesgo constante y nunca tomando conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Además, había un tipo millonario y empresario que le encantaban los juegos extremos (esquiar, tirarse de un helicóptero, etc.) y a él  ninguna compañía de seguros lo quería asegurar, precisamente por los altos riesgos que tomaba en su vida. En fin, ¿recordás esa película?

Esta no-tan-breve introducción es para dejar algo en claro: dependiendo de lo que hacemos, el estilo de vida que llevamos, nuestra salud y otros factores, así también será el monto o prima que vas a pagar en caso de adquirir una póliza de vida. Y es eso lo que te quiero explicar hoy.

Empecemos por lo básico

Si en este momento de tu vida aún considerás que tener un seguro de vida es innecesario porque estás joven, muy bien de salud, no tenés hijos, etc., vengo a decirte que quizá no has visto el panorama completo. . Resulta que aun estando en tus mejores años, no estás exento de que algún suceso inesperado afecte tu calidad de vida o la vida misma. En resumen, todos a cualquier edad, estamos expuestos a eventos no deseables o catástrofes.  Basta con ver las noticias, las fatalidades no miden si sos joven o no y ocurren a cada momento.

Una de las cosas de las que más pecamos los nicas –y los latinos, en general- es en pensar que las cosas malas (accidentes, muertes, enfermedades, desempleo, etc.) sólo le pasan a otros y que nosotros tenemos toda la suerte y las bendiciones del mundo para asumir que estamos blindados. Lo siento, pero no es así. Si bien es cierto, considero que el seguro de vida se hace indispensable y no negociable cuando tenés dependientes económicos, te cuento que incluso si aún no estás en esa etapa de tu vida, cuanto más joven lo adquirís, más barato te va a salir.

Dicho esto, las aseguradoras utilizan un proceso llamado “suscripción” o “selección del riesgo” para tomar la decisión  de aceptarte como parte de sus asegurados y para definir con el panorama de tu vida sobre la mesa, los montos a cobrar por las primas de tu seguro. Y no creás que es tu asesor de seguros el que te va a juzgar por cómo vivís, no, este cálculo se hace de otra manera. Te explico: a nivel mundial con todas las experiencias, estadísticas y tablas demográficas es bastante predecible saber, de acuerdo a tus patrones de vida, el nivel de riesgo que tenés. Estos patrones son prácticamente los mismos en todas las aseguradoras.

Cómo se determina la prima

En esencia, lo que intenta la compañía de seguros es conocerte y para eso toman en cuenta los siguientes factores:

  • El monto o suma asegurada. Es decir, cuánto querés que tus beneficiaros reciban en caso de tu muerte o en caso de que se materialice un riesgo cubierto en tu póliza. Puesto que las pólizas de vida (en dependencia de lo que contratés) podrían traer otras coberturas, como Incapacidad o Gastos Médicos.
  • Tu edad al momento de cotizar la póliza. A mayor edad, mayor es el riesgo para la aseguradora, pues lamentablemente sabemos que con los años nuestra salud se podría ver comprometida y en nuestro país, donde la edad del 51% de la población ronda entre los 15 y 49 años de edad, asegurar a alguien mayor es un factor determinante para las aseguradoras.  Y es que aunque suene desigual, cuando los hombres llegan a cierta edad, son más propensos  a sufrir problemas de salud, como infartos fulminantes o diabetes. Por lo tanto, en esa edad, la póliza de los hombres cuesta más. Por otro lado, en el caso de las mujeres, es probable que la aseguradora considere factores como: edad de tu primer parto, si tus hijos han nacido por parto natural o cesárea, etc.
  • Historial médico y condición física. El padecer de enfermedades crónicas como hipertensión, colesterol alto, diabetes o haber sido sometido a cirugías invasivas que puedan aumentar tu riesgo de salud, así como tener sobrepeso (y por eso se calcula tu IMC) puede traer consigo otras enfermedades y por lo tanto el riesgo de ocurrencia de un siniestro, es mayor.
  • Tu ocupación. No es lo mismo que trabajés dentro de una mina sacando oro, a que seás una persona que trabaja dentro de una oficina o un banco, con A/C sentado todo el día. En el primer caso hay un riesgo mucho mayor de que algo te suceda.
  • Tu estilo de vida. Y es algo que muchas veces pasamos por alto. Si sos de los que te gustan los deportes extremos, el ciclismo o ir a correr por la carretera, definitivamente estás expuesto a más eventos no deseados.

En seguros, mucho se dice que a mayor riesgo, mayor prima, y es totalmente cierto. El objetivo de todo esto es que al decidirte por buscar tu póliza de vida perfecta, tomés la solicitud como algo muy, muy serio. No escatimés en describir todo lo que te pregunten, por miedo a que la prima suba, no ocultés enfermedades o hobbies, porque esto podría significarte un rechazo a tu indemnización.

Dicho esto, te recomiendo dos cosas cuando estés pensando que el momento de adquirir tu póliza de vida se acerca:

  • Adquirí tu póliza lo más joven que te sea posible. Cuanto más joven sos, se te considera menos riesgoso y, por lo tanto, la prima es más baja.  
  • Mantené un nivel de vida balanceado para tener siempre buena salud. Yo, por ejemplo, me despierto todos los días a las 5:00 am para que me de tiempo de hacer ejercicio y mantenerme sana y activa. ¿Que si me encanta despertar esa hora? ¡Por supuesto que no! Pero pienso en los beneficios a largo plazo y me despierto.

Finalmente, recordá que todo este asunto del seguro de vida no se trata solamente del valor que le puedan poner a tu póliza o de cuánto te va a costar porque al final, para las personas que te aman tu vida no tiene precio. Esta póliza se convierte más bien en un respaldo económico para tus hijos y otros seres queridos en caso que vos llegués a faltar.

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