Deudas y pensamientos suicidas: más común de lo que creés

Este post fue escrito en conjunto con alguien a quien extraño mucho. Lo extraño como amigo y extraño enormemente el segmento de finanzas personales que durante tantos años compartimos en Primera Hora: Ricardo Zambrana.

Todos los días recibo mensajes y correos con preguntas y dudas sobre cómo manejar x o y problema en sus vidas financieras. TODOS los días me tomo el tiempo de contestarles y desde hace siete años el tema más común es el relacionado a las deudas y cómo salir de ellas.

Un día, a mediados del 2014, recibí un inbox de una peruana. En él me contaba el altísimo nivel de deudas que tenía, lo desesperada que estaba y pedía una solución. Como con todos, me tomé el tiempo de contestarle y mostrarle sus opciones.

Curiosamente, en esto de los correos que recibo, no siempre hay una respuesta. De algunas personas vuelvo a saber inmediatamente, otras escriben cada cierto tiempo para reportarse y compartir avances y de muchas otras nunca vuelvo a saber.

De ella recibí un inbox dos semanas después. Pero no era ella. Era su esposo. En el mensaje me agradecía por haber intentado ayudar a su esposa y me contaba que ella había decidido quitarse la vida por las deudas. Él no tenía ni idea de cuánto ella estaba sufriendo y de cuán endeudada estaba. Se enteró, cuando ya era muy tarde, buscando respuestas en su computadora.

Nunca olvido ese caso y por eso cuando las personas me escriben a las 2:00am – 3:00am me preocupo y entiendo que son personas que simplemente no pueden dormir porque su situación financiera no se lo permite. Y son personas que necesitan ayuda, pero sobre todo que en ese momento deben saber que SÍ hay una salida, de hecho hay muchas soluciones.

Todo esto demuestra que la expresión: “debo la vida” que tantas veces usamos en forma de broma, para algunos es bastante literal.

Nadie puede nunca entrar en la mente de alguien capaz de quitarse la vida. Es un tema sensible, delicado y a veces ni el mejor psicólogo puede encontrarle sentido a lo que nos lleva a tomar una decisión así.

Pero podemos meternos en la mente de una persona endeudada. No es nada difícil, la gran mayoría de nosotros hemos estado endeudados en algún momento. Desde el que debe su pago mensual del internet, hasta el que debe 50 veces su salario en tarjetas de crédito, financiamientos, carro y casa. Y es muy probable que conozcamos a alguien que está así.

Claro, no todos contemplamos la idea de quitarnos la vida cuando una deuda se ve difícil, pero ¿qué hace entonces que los problemas económicos sean la tercera motivación para los intentos de suicidio? Después de los problemas amorosos y de los trastornos depresivos.

Hoy en día, el mercado te hace creer que para conseguir lo que querés, necesitás endeudarte. Y hasta te venden la idea de una deuda como algo bueno, favorable. Te hablan de una cantidad de meses sin intereses, te hablan de no pagar prima, o de pagarla en cuotas, te hablan hasta de recibir dinero de vuelta si decidís endeudarte. Hasta el punto en el que uno piensa: “Ah, si me la ponés así, no hay problema. Ahí si la aguanto.”

Y hemos hablado de esto numerosas veces, de pequeña deuda a pequeña deuda, de compra en compra, el agua te llega hasta el cuello y más allá. Y sumando a esa forma de vida, en la que te importa más lo que comprás que lo que te costará pagarlo, están también las ofertas de prestamistas que tienen menos requisitos para darte un préstamo, pero cuyos intereses son prácticamente impagables. Sucede en Nicaragua, en Centroamérica y en América Latina en general.

Ese fue el caso de la mujer en Ibagué, Colombia, que se quitó la vida junto a su hijo, por haber participado en estos esquemas de negocios y haber aceptado préstamos para “iniciar su inversión” y llegar a un punto donde fue imposible de manejar.

Hay un momento importante en la mente de toda persona que ha buscado autodestruirse:

El punto de no retorno. El límite. Aquello que nos hace creer por períodos cortos o largos de tiempo, que el problema ya no tiene solución, que no vale la pena seguir y que cualquier escenario que signifique seguir viviendo, será mucho peor que la tragedia misma de morir.

Las deudas, y sobre todo las deudas con prestamistas, o como les llamo yo, “la cereza del pastel”, son un camino bastante rápido y directo a ese límite. Y no es difícil de imaginar porqué.

Si te dicen que te darán 30 mil córdobas para iniciar tu negocio y a los 3 o 4 meses te das cuenta que el negocio necesita algo de tiempo para crecer y darte ganancias -¡como todos los negocios!-, y en esos 4 meses la deuda ha subido significativamente, no es difícil imaginar que cuando estés debiendo 50 mil córdobas y ganando apenas 10 mil, la deuda llegará a un nivel donde no tendrás forma de pagarla.

¿Por qué el suicidio?

Por la misma razón que a veces un mal de amores fuerte te hace sentir que la existencia no vale la pena. Porque se te presenta un problema del que crees que nunca podrás salir. Porque algo o alguien te ha hecho creer que el suicidio es mucho más sencillo y menos cruel que la solución.

Se ha comprobado que, durante periodos intensos de recesión económica, el número de suicidios aumenta, como se observó en la crisis económica que afectó al mundo en 2008.

Además de los factores individuales y psicológicos, el tema de las expectativas, la noción del éxito de las sociedades actuales y el “estatus” socioeconómico de una persona, pueden ser factores determinantes para cometer actos suicidas. Pues ante todo el suicidio es un hecho social, que no afecta únicamente a quien lo comete, sino que también a los familiares.

Pero hay soluciones. Al igual que todo en la vida, cuesta, requiere de informarse, de tener disposición y paciencia. Sobre todo paciencia. Porque es fácil querer que las cosas se solucionen ya mismo.

Las deudas tienen solución

Estar bien metido en una deuda te puede llegar a nublar el juicio y así como podrías contemplar hacerte daño, podés contemplar otras formas de autodestrucción, como suele hacer alguna gente: endeudándose más. No hacer nada al respecto. Hasta que el problema se vuelva muy difícil de resolver y te veás envuelto en ese punto de no retorno.

Enterarme del caso de esta mujer que no solo tomó la dura decisión de quitarse la vida, sino que además se llevó a su hijo con ella, justo cuando tuve un bebé hace 3 meses paralizó mi corazón. Con lo que uno ama a sus retoños, el nivel de desesperación que esta persona tenía debe haber sido impresionante para pensar que el suicidio era mejor.

Y aunque ya hay decenas de artículos sobre las deudas en este blog, así como miles de recursos en línea sobre el tema, el que esta mujer haya decidido ese camino me trae aquí de regreso. Pues al final, nunca se sabe a quién se le puede llegar que lo esté necesitando HOY.

Así que sí: las deudas tienen solución.

El problema del prestamista

Para comenzar, quiero recalcar una vez más que el prestamista NO es la solución a tus problemas de deudas. De hecho, más deudas –a menos que sea una consolidación– nunca es la solución a tus deudas.

Cuando hablo de este tema del crédito de consumo en las charlas y talleres que doy, siempre hago énfasis en la siguiente frase:

“Entre más fácil sea que te den un préstamo, más difícil va a ser para vos pagar”. Punto.

El prestamista es esa opción que de entrada parece sencillo. No te pide mayores requisitos, no hace muchas preguntas y te entrega la plata inmediatamente. Ah, ¡qué felicidad! Hasta que llega el momento de la primera cuota y te das cuenta que, si acaso, tenés para pagar SOLO los intereses y esto provoca que el principal, tu deuda como tal, se mantenga por los siglos de los siglos amén.

En los casos más críticos han habido gerentes de Recursos Humanos que me cuentan que el nivel de deudas ya es tan serio que el prestamista es señor, dueño y poseedor de la tarjeta de nómina de los empleados. Sí, ya llega el punto en que estas personas se auto-pagan cada quincena, lo que implica que la persona está literalmente trabajando solo para pagarle.

Así que repetí después de mí:

El prestamista nunca debería ser una opción.

Cómo se sale de deudas

¿La respuesta sencilla? Pagando. ¿Lo difícil? Encontrar el método y tener la disciplina para abonar durante el tiempo que sea necesario para saldar las deudas.

Si no sabés por dónde comenzar, te recomiendo leer este post con el paso a paso para crear tu plan para salir de deudas.

En esencia, los diversos métodos que podrías utilizar son:

☑️ Bola de nieve. Sí, lo pongo de primero porque es mi favorito y he visto a cientos de personas usarlo y les ha funcionado.

☑️ Avalancha. El contrario del bola de nieve. Efectivo si sos una persona realmente enfocada, que difícilmente tirará la toalla.

☑️ Consolidación de deudas con un banco.

☑️ Arreglo de pago. Diferente a lo que se cree, no hay un solo tipo de arreglo, cada caso se ve de manera particular.

☑️ Generar ingresos extras. Ojo: esto se puede hacer independientemente del método elegido.

Y sí, yo sé que en la desesperación y la desesperanza podría parecer que esos métodos son imposibles o muy tardados. Pero, de verdad, la muerte no soluciona nada. Sean las deudas lo que te atormenta, el trabajo, una relación, o lo que sea, por favor pedí ayuda. A veces el mero hecho de desahogarte puede hacerte ver el panorama muy distinto.

No olvidemos que equilibrar las finanzas no es imposible. Todos queremos y merecemos tener cosas buenas, pero no siempre es el momento adecuado para adquirirlas. Y no todo se puede tener al mismo tiempo.

Hay maneras, hay solución, hay formas y sobre todo, hay esperanza.

Elaine y Zambranitis.

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