Sin un problema bien planteado no hay modelo de negocio

¿Cuándo fue la última vez que se te ocurrió una idea para emprender? Y, ¿te acordás de dónde vino esa idea? Quizá salió de una plática con alguien, o viste que una persona cercana montó algo parecido. Tal vez la idea surgió de un sueño, o vino de una necesidad propia que pensaste podría servir a los demás.

Este fin de semana fue el Startup Weekend en San Juan de Sur. Es el 6to evento que se da en Nicaragua desde el 2013 y el primero en esta ciudad. Como cada año, tuve la oportunidad de ayudar a los equipos mentoreando en el área de finanzas… y, como cada año, aprendo un montón.

Me atrevo a decir que este Startup Weekend ha sido el evento en el que, a mi parecer, mejores ideas como un todo ha habido. A ver, SIEMPRE hay buenas ideas. Lo que digo es que en éste, la mayoría eran excelentes y tenían muchísimo potencial. Eran ideas frescas, nuevas y casi todas relacionadas a la tecnología.

Mientras observaba a los grupos trabajar durante 54 horas y viendo sus presentaciones finales, me detuve a analizar quiénes y por qué hicieron el mayor progreso. Llegué a la conclusión que me hizo escribir este post: Sin un problema bien planteado no hay modelo de negocio.

En el formato del Startup Weekend, el primer día sirve para que los asistentes hagan pitch de sus ideas y se seleccionen las 8-10 con que se trabajarán. Alrededor de aquellas ideas que quedan seleccionadas se arman los grupos de trabajo -los socios- que llevarán la idea a un modelo de negocios, que luego será presentado ante un jurado.

Lo que estuve analizando es que, en ocasiones, la persona cuya idea fue seleccionada, está tan casada con su idea que no admite comentarios, cambios, o mejoras. Muchas veces, además, la idea no responde a un problema real, sino que simplemente es un negocio que quiero desarrollar.

Siguiendo con el modelo del Startup Weekend, en la mañana del día 2 se presenta ante los mentores (que sirven momentáneamente como jurado) el planteamiento del problema y la solución que lleva a la creación del negocio. Cuando el problema no está y lo único que quiero es “inventarme” uno para poder lanzar mi negocio, es evidente, carece de peso y es muy poco probable que salga adelante.

En cambio, cuando el problema que quiero resolver está claro como el agua, mi solución -o idea de negocio- es lo de menos, porque si esa no funciona, pueden haber 10,000 más que sí. Claro, siempre y cuando lo que quiero es resolver el problema y no encontrar un problema para mi idea de negocio.

Esto me llevó a recordar un episodio en el podcast Ajá Contame Más que grabamos hace poco con Mario Rodríguez, un experto en Design Thinking. En el medio de la plática (acá lo podes escuchar), Mario de repente dijo:

“Un problema bien planteado vale más que mil soluciones”.

Y eso fue precisamente lo que vi este fin de semana en los grupos de emprendedores. Aquellos que tenían clarísimo el problema, fueron capaces de cambiar su modelo múltiples veces, dándole vuelta a la idea hasta llegar a un Producto Mínimo Viable.

¿Cuántas veces? Bueno, el grupo que quedó en 2do lugar cambió su modelo de negocio CATORCE veces. Sí, leíste bien: ¡14 veces! Comenzó siendo una empresa en la que restaurantes podrían vender “las sobras” a precios rebajados para evitar la pérdida de comida y ayudar a personas con ingresos bajos, estudiantes o cero ganas de cocinar. Y terminó siendo un App que le permite a amas de casa cocinar más de la cuenta para vender el sobrante a precios módicos a personas con ingresos bajos, estudiantes o cero ganas de cocinar.

Si este grupo -o cualquier otro- se hubiera aferrado a su idea original, no hubieran encontrado el modelo de negocio correcto o la manera de monetizarlo. O bien, lo pudieron haber forzado y ser un desastre completo desde el día 1 del lanzamiento.

Y les daré otro ejemplo: el mío. El problema que yo detecté fue la falta de educación financiera en Nicaragua y cómo esto afecta el desarrollo económico del país. Originalmente, mi solución al problema fue dar asesorías personalizadas y muy pronto me di cuenta que esa no era la solución.

Hoy, en Plata con Plática, damos charlas & talleres y creamos contenido en plataformas en línea (como esta web) en temas de educación financiera. El problema es el mismo. La solución es muy distinta de la pensada.

Así que: ¡enamorate del problema… no de la solución! Que tu foco no sea la solución.

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