En noviembre del año pasado comencé a llevar un proceso de Coaching con mi súper coach, José Bolaños, de Centro del Líder. Llevaba ya un buen tiempo sintiendo que necesitaba alguien con quien rebotar ideas, desenmarañar la nube que traía en mi cabeza y que me sirviera de guía para tomar decisiones con respecto a mi negocio.
No necesitaba a alguien que me dijera qué hacer (eso rara vez funciona), sino a alguien que me ayudara a descubrir la respuesta y el camino por mi cuenta. Eso han significado, en gran medida, mis sesiones de coaching con él desde hace unos meses.
Todo esto no surgió por casualidad. A pesar de tener un tiempo en el que todas estas ideas se estaban acumulando, no me había decidido a dar el primer paso, hasta que en Octubre del año pasado me fui al FinCon17.
Ahí, en ese Congreso de Finanzas Personales (del que cada año salgo motivada, renovada y con nuevas ideas), estuve en el taller de Natalie Sisson sobre cómo armar tu equipo de trabajo soñado. Y ¿adiviná qué? Uno de los puestos más importantes era el de un coach. Es ahí donde entró en escena José Bolaños.
Mis sesiones de coaching van apenas por la mitad, pero cada sesión ha sido sumamente poderosa y he logrando entender al menos una nueva cosa sobre mí, sobre cómo actúo y he actuado, y por qué he tenido los resultados que he tenido. Pero, especialmente, por qué ese viejo sistema operativo no me va a llevar hacia dónde yo quiero: me toca vaciar lo lleno para llenar lo vacío.
Han sido muchísimos los aprendizajes en estas cuantas sesiones (que después compartiré en otro post), pero una de las cosas que sin lugar a dudas más me ha marcado es el manejo de las polaridades. Algo de lo que nunca, jamás en mi vida había escuchado y que me ha hecho ver el mundo de una forma diferente.
Y como yo siempre ando pensando en números, finanzas, el blog y VOS, lector, he encontrado la manera cómo esto de las polaridades también se aplica al mundo financiero y las decisiones que tomamos.
Qué son las polaridades
En palabras sencillas, una polaridad es un dilema que no se puede resolver. Ojo, como bien me ha dicho mil veces José Bolaños, NO es un problema y, por lo tanto, no admite solución.
¿Andás un poco perdido con esto? Ok, vamos hacia atrás. Si te ponés a pensar un poco, en la escuela, la mayor parte del tiempo nos enseñan a resolver problemas: esos que sí tienen una solución.
Por ejemplo:
- ¿Cuánto es 2+2?
- Cómo se deletrea “x palabra”?
- ¿Quién fue el primer presidente de Nicaragua?
- ¿Cuál es el primer elemento de la tabla periódica?
Y la lista sigue. Si te fijás, para cada una de esas preguntas existe una respuesta correcta. Y, claro, habrán ocasiones cuando hayan, incluso, más de una respuesta correcta. Por ejemplo, ¿cómo llegás de Managua a Ciudad de México? Habrían varias maneras en que lo podrías hacer… pero siempre habría una respuesta correcta.
Ésta es la manera típica en que nos han enseñado en el colegio y, de alguna manera, como que se nos ha quedado esto grabado en la cabeza, es nuestro modus operandi y esperamos (sin darnos cuenta) siempre encontrar una solución a lo que sucede en nuestra vida.
Pero, ¿qué pasaría si no todas las cosas tuvieran una única solución? Es aquí donde entran en juego los dilemas y el famoso manejo de polaridades que tan entretenida e inspirada me ha tenido estas últimas semanas.
Y es que, cuando entendés bien todo esto, y comenzás a observar y analizar a tu alrededor, te darás cuenta que en tu vida de adulto, casi todo es una polaridad. Acá vamos.
Pensemos en los niños y lo que les enseñamos. Normalmente una de las cosas que les decimos a los niños y niñas es: “hay que compartir”, pues nadie quiere hijos o hijas egoístas, ¿correcto?
Pero, ¿hay que compartir siempre? ¿Hay que compartirlo todo? La respuesta a esto es un dilema que involucra dos respuestas correctas interdependientes. ¿Qué pasaría con un niño que lo quiere dar todo y no se queda con nada, que se preocupa más por los demás que por él mismo? O, ¿qué pasaría con una niña que no quiere compartir absolutamente nada y que se preocupa nada más por ella misma?
¿Te das cuenta cómo ninguno de los dos polos –de las dos polaridades- es la solución? Se trata, más bien, de encontrar un balance y de fluir en ambas polaridades. Como me dijo sabiamente José: “Básicamente, dependiendo de en qué parte de la polaridad estás, una o el otro será más importante y hacia dónde deberás fluir”.
Ejemplos de polaridades
Vámonos a algo aun más básico: respirar. Quizá estás pensando que esto es obvio, hay que respirar o nos morimos. De acuerdo, pero si lo pensás más detenidamente, respirar implica dos cosas:
- Inhalar
- Exhalar
Ahora te pregunto, ¿cuál de los dos es más importante? Y la respuesta, como a muchas otras cosas en la vida es: DEPENDE.
¿De qué depende? Diría Jarabe de Palo. Pues depende de en qué parte de la polaridad estás. Si has inhalado profundamente (podés hacer el ejercicio) y tus pulmones están llenos, tu cuerpo te pedirá a gritos que exhalés.
Y una vez hayás dejado ir todo el oxígeno, te suplicará que inhalés… y así, dentro de estas dos polaridades se mueve nuestra respiración. Gráficamente esto se ve así:
Como verás, en la parte de arriba está lo que queremos lograr: VIVIR. Y en la parte de abajo lo que queremos evitar: MORIR. En los recuadros de adentro podés ver los dos lados de las polaridades y lo positivo y negativo de cada uno. De lo que se trata es de F L U I R.
Ahora veamos otro ejemplo, un dilema típico que sucede en muchas organizaciones y que a mí me tocó ver en varios casos de la maestría. Así de importante y común es. Centralizar el poder o descentralizarlo en una organización. Gráficamente esto se ve así:
En este caso, lo que buscamos es ser competitivos y lo que queremos evitar es no poder competir. Tanto la centralización como la descentralización tienen su lado bueno y su lado amargo. ¿De qué se trata? De encontrar aquellos procesos dentro de la empresa en los que vale la pena centralizar y aquellos en los que empoderar y permitir a cada uno decidir, es una mejor opción.
En realidad, esto de las polaridades se puede aplicar a cualquier aspecto de la vida. Por ejemplo:
- Ser dependiente VS independiente.
- Mis necesidades VS las necesidades de los otros.
- Espontaneidad VS Restricción.
- Bajar costos o Aumentar la calidad.
- Individuo VS Equipo.
- Análisis VS Intuición
- Trabajo VS Diversión.
- Jefe VS Empleado.
- Reconocimientos VS Anonimato.
- Planificación VS Prueba y error.
- Confianza VS Duda.
- Lleno VS Vacío.
Y así podríamos citar miles de ejemplos. Pero, vamos a lo que nos atañe, la finanzas personales.
Polaridades y tus finanzas
Como con cualquier otra cosa que veo y aprendo, yo trato de aplicarlo a las finanzas personales para ayudarte a VOS a tener una vida financiera más sana.
La primera vez que José Bolaños me explicó esto sentí cómo un bombillo se prendió dentro y me dije: “quizá he estado siendo demasiado tajante e inflexible con todo esto de las finanzas”. ¿Qué pasaría si pudiéramos encontrar algún tipo de balance en todos los temas relacionados?
Después de meditarlo un poco, me di cuenta que en realidad yo sí promuevo un balance en la vida en general y que la mayoría de las veces mi respuesta es un “depende”. ¿Por qué? Porque las finanzas personales son tan personales como tu huella digital.
Entonces, ¿qué es más importante?
- Ahorrar VS Pagar tus deudas.
- Invertir VS Ahorrar.
- Hacer más dinero VS Controlar tus gastos.
- Guardar para mañana VS Vivir el día de hoy.
- Invertir en algo riesgoso VS Invertir con poco riesgo.
- Seguir con mi negocio VS Cerrarlo.
Y la lista sigue. Como seguramente ya te estarás imaginando, éstos no son “problemas” y por lo tanto no admiten una única solución. Son dilemas y tu respuesta dependerá del lado de la polaridad en la que te encontrés.
El ejemplo más básico es con el famoso presupuesto. Sí, esa herramienta #1 que tanto te menciono. El objetivo de hacer y vivir bajo un presupuesto NO es el mero hecho de controlar, es vivir tranquilo. Y, ¿qué queremos evitar? Vivir estresado, con preocupaciones, ansiedad, insomnio, etc.
Sin embargo, acá entra un dilema que muchíííííísimas personas me han planteado a través de los años y es que el control exacto y detallado del dinero no les permite vivir su día a día o disfrutar del placer del momento. El famoso YOLO.
Gráficamente se ve así:
Y para que tengás la oportunidad de escuchar a mi súper coach de primera mano, le pedí que me regalara unos minutos y nos explicara cómo leer esta polaridad y cómo encontrar el balance. En este video lo podés ver:
¿No te parece maravilloso? Quizá yo he estado viviendo demasiado tiempo bajo una de las polaridades, la del control, y necesito dejar ir esta obsesión por controlar, para disfrutar un poco más del momento. ¿Tiene sentido?
Si vos, en cambio, has estado viviendo del otro lado de la polaridad y te has enfocado en disfrutar, vivir el momento, gastar sin control y esto te ha llevado a un serio nivel de deudas… pues es momento de encontrar el balance y comenzar a presupuestar.
¿No tenés ni idea de por dónde comenzar? En este post te doy bien sencillito los 7 primeros pasos para comenzar a dar vuelta a tu vida financiera.
Y como ya este post se va convirtiendo en un pequeño testamento, yo me voy despidiendo. Solo me resta recordarte que muchos de los “problemas” que en este momento están afectando tu vida, quizá no tengan solución y estés gastando energía tratando de encontrarla.
Quizá solo estés lidiando con un dilema y lo que necesitás encontrar es el balance entre sus polaridades. Te toca visualizarlas, rediseñarlas y hacerlas fluir para que te topés con el lado positivo de cada polaridad. Puede ser en tus finanzas personales… o en cualquier otro aspecto de tu vida.