Lo mejor que me pasó en mi viaje a México

Sí, México y, Guadalajara en particular, es mi segundo hogar y acabo de pasar los últimos 10 días ahí tras 7 años sin visitar.

Si esto es noticia nueva para vos, te voy a contar un poquito de la historia. Resulta que a los 18 años, en esa etapa de la vida en la que una no sabe muy bien qué camino tomar, yo decidí salirme de la carrera de Derecho en la UCA (en la que llevaba un brillante cuatrimestre) e irme fuera del país.

Esta decisión me llevó a tomar unas cuantas más en un periodo de 3-4 meses que desencadenaron en que me quedara estudiando en el ITESO, en Guadalajara, la carrera de Finanzas. Sí, efectivamente algo bien diferente de la que había sido mi primera opción, pero sin lugar a dudas, una elección mucho más certera.

Fue así como las tierras tapatías se convirtieron en mi segundo hogar y se robaron un espacio muy especial en mi corazón. Hice grandes amigos, sobretodo mi queridísima Karla De Anda (la panzona bella de la foto de portada), uno que otro amor pasajero y mis primeras e importantes experiencias profesionales.

Tras graduarme en el 2007, agarré 2 maletas y 3 amigas y nos fuimos a Europa. ¿El plan? Vivir la vida loca, por supuesto. Como decíamos nosotras: de lo que sea, de meseras, bar-tenders –yo ni siquiera tomo, ni tomaba en aquel entonces, jajaja-, niñeras o lo que saliera. Lo que pasó fue que después de estar un mes en Londres, nos acobardamos, lo sentimos difícil y decidimos agarrar el resto de dinero que nos quedaba e irnos a viajar por Europa. Tres regresamos a México y una terminó viviendo 3 años en Londres y 1 en Italia. ¡Increíble!

De regreso en Guadalajara hice lo que cualquier recién graduado haría, busqué mi trabajo soñado y, obvio, no lo hallé a la primera… pero sí tuve la fortuna de encontrarlo a la segunda: mi amado trabajo de analista financiera para América Latina en Kodak. Fue lo mejor de lo mejor porque aprendí como loca, AMABA lo que hacía, tenía varios súper jefes (sí, porque era uno de esos puestos en los que reportás a Raymundo y todo el mundo) y la cultura organizacional era de esas espectaculares en que todo es horizontal, todos somos iguales y casi casi podías llegar vestido en pijamas y pantuflas si así lo decidía tu corazón ese día. Aquí una foto con el que en ese entonces era el Gerente General de KODAK (uno de mis jefes) y a quien pude ver en este viaje:

Entonces, si todo era lindo, seguramente te estarás preguntando ¿por qué me regresé? O, como me decían mis amigos del colegio en aquel entonces, ¿para qué venís a formar parte del ejército de desempleados? Pues bien, #1 tuve la suerte de encontrar un buen trabajo a tan solo un mes de haber regresado y, #2, aunque sí tenía un excelente trabajo allá, me di cuenta que a fin de cuentas eso era lo único que yo tenía… y eso no era vida.

Tenía muchos amigos en la Universidad, pero una vez que te graduás cada quien busca su camino y a la mayoría los dejé de ver. Me di cuenta que estaba llenando mi día y mi vida de actividades para no sentirme sola. Trabajaba de 8:30am a 5:30pm; iba a clases de francés de 6:00pm a 8:00pm (donde, por cierto, conocí a mi gran amigo Diego) y luego me iba al gym de 8:00pm a 9:00pm. En fin que, aunque para muchos pareciera maravilloso lo que hacía, en el fondo detecté que me sentía sola. Y eso me hizo regresar.

Bueno, ¿y el viaje?

Lo siento si te aburrí con esta no-tan-corto relato de mi vida hace varios años, lo empecé intentando situarte en la razón de mi viaje y, como muchas otras de mis historias, me emocioné y terminé escribiendo más de la cuenta.

La historia es que regresé a Nicaragua a finales del 2008 y a excepción de un viaje express en el 2010 para retirar mis calificaciones oficiales de la U, no había regresado… hasta ahora. Y es que este junio cumplíamos 10 años de graduados. ¡No necesitaba mejor razón para ir que ésta!

Mis compañeros de clases crearon un grupo en Facebook por ahí de Febrero para hablar del evento y debo confesar que me emocioné, incluso más de la cuenta. Tanto así que un día de esos tomé la decisión súper impulsiva de comprar un boleto a México por 10 días. No estaba planificado, no estaba presupuestado y, peor aún, no estaba platicado con mi media naranja y ya ves que cuando uno lleva finanzas compartidas, pues este tipo de viajes y gastos se deben acordar, ¿cierto? Pues para que veás que hasta al mejor mono se le cae el zapote :p. Justamente en este Facebook Live que grabé con él en Mayo, donde hablábamos del viaje a Cuba, conté la historia y cómo se iban a divorciar de mí antes de siquiera habernos casado, jajaja.

Pero, volviendo a la historia y a lo que sé que te importa (los gastos), compré una parte del boleto con puntos y luego pagué $120.00 por el restante por ahí de febrero. No era un monto que desajustara terriblemente nuestro presupuesto, pero en definitiva significó recortar en otras cosas que ya estaban programadas por mi impulso. Para el resto del viaje tenía 4 meses para ahorrar y sabía que el gasto no sería gigante.

Re-conociendo Guadalajara

Sí, viví ahí casi 6 años, pero después de 9 años de haberme ido la ciudad estaba diferente. Empecé por ver que el aeropuerto tenía al menos el doble del tamaño de lo que yo recordaba, que las calles estaban más traficadas que nunca y que habían nuevos y gigantes edificios por doquier: la ciudad había crecido y seguía creciendo. Como decían mis amigos: “ya no cabemos hacia el lado, a así que ahora vamos para arriba” y ¡vaya que se notaba!

El mero día que llegué mi amiga Karla me llevó a comer unos tacos espectaculares que me supieron a gloria. Y es que aunque sí hay varios restaurantes mexicanos en Nicaragua, en mi humilde opinión ya están “nicarizados”,  por lo que ya tocaba comerse unos de verdad. Éstos fueron esos tacos:

Al día siguiente me tomé la molestia de perderme por el Centro de Guadalajara. Una parte de la ciudad a la que solo iba cuando tenía amigas o familia de visita y me tocaba turistearlos. Fue interesante la experiencia de esta vez ser yo la turista. ¡Aquí una foto característica de mi bella ciudad!

El resto de días me la pasé de un lugar a otro, desayunando, almorzando y cenando con diversos amigos. La mayoría de la universidad, pero también otros del trabajo.

Debo confesar que lo más lindo que me pasó fue totalmente inesperado: le di cierre a algo que no sabía que necesitaba cierre. Me explicaré mejor. Supongo que en el fondo, en el fondo, de alguna manera siempre me quedó la duda de si había tomado la mejor decisión al regresarme. Aún recuerdo como si fuera ayer cuando, el 28 de septiembre del 2008, al aterrizar el avión en Managua, me ataqué en llanto cual Magdalena esperando que el avión me llevara de regreso.

Y es que te voy a decir algo, el choque cultural reverso existe y pega duro. Uno cree que porque regrese a su país, a su familia, a lo que “conoce”, todo va a estar bien y va a ser sencillo desde el inicio y no. Cualquiera que haya vivido un tiempo fuera no me dejará mentir en esto. Y es una sensación rara y al mismo tiempo incomprensible para muchos, pues la gente suele entender cuando no te sentís 100% a gusto en otro país y hasta te miman, pero ¿sentirte extraña en tu país? Eso sí suena raro. Pero es así, porque uno cambia, los amigos cambian, las circunstancias pasan y el país cambia… y supongo que, de alguna manera inconsciente, uno cree que va a regresar a lo mismo y de repente te das cuenta que el mundo –obviamente- siguió sin vos.

Pero volviendo al tema  del cierre (¡qué fácil que me desvío cuando hablo de mi vida personal!), siempre me quedó la espinita de qué hubiera sido de mí si en lugar de regresar a Nicaragua me hubiera quedado en México.

Viendo la vida de mis amigos y amigas allá, todos están en una de estas 3 situaciones:

  • Trabajan en una empresa grande, como HP, Flextronics, Jabill, SanMina, Bancomer, etc.
  • Se casaron y son amas de casa.
  • Se ganan la vida con negocios de por aquí y por allá. Es curioso pero los de este grupo, son pocos los que tienen un negocio así como fijo. Más bien es como que se buscan la vida con la intuición de los negocios que van saliendo. Como me dijo Giovanni Llamas “es que aquí somos rancheros”.

Y yo, de haberme quedado allá,  estoy segura que estaría en la primera. No digo que una cosa sea mejor que otra, pues en definitiva son opciones particulares y cada quién con lo que lo haga feliz; pero yo sé que estando allá yo no sería bloguera, no me dedicaría a las finanzas personales, Plata con Plática no existiría y vos no estarías leyendo este post en este momento ;).

Así es que LO MEJOR del viaje fue algo totalmente inesperado: el cierre que no sabía que necesitaba y la seguridad de que tomé la mejor decisión al estar en ese vuelo un 28 de septiembre. Y, de verdad, ¡no hay cosa más linda que esa! Te puedo confesar que regresé de este viaje renovada, feliz y energizada para lo que resta del año.

Y Ciudad de México, ¿qué pito toca?

Sí, sé que probablemente también viste una que otra foto o video en mi Instagram (@elamvela) en Ciudad de México y es que decidí que este famoso viaje, que casi me ocasiona el divorcio, tuviera un doble propósito: personal en Guadalajara y profesional en Ciudad de México.

Aproveché para visitar el MIDE, el Museo Interactivo De Economía, que tenía años queriendo conocer y estuvo IN-CRE-I-BLE, incluso mejor de lo que esperaba. Es un lugar espectacular de 4 pisos, dedicado a la educación financiera de niños y adolescentes pero que, de verdad, a cualquier adulto le encantaría –y serviría- conocer. Todo el segundo piso está dedicado a las finanzas personales y yo, como te imaginarás, me sentía en mi charco. Prometo un post pronto sobre este museo, por lo pronto acá te dejo una fotito.

También tuve la oportunidad de conocer a la gran Sofía Macías, autora del blog de Finanzas Personales y serie de libros del Pequeño Cerdo Capitalista, y fue una experiencia maravillosa. Sofía es hasta mejor en persona que en redes sociales y aunque quizá ella no se dio cuenta, para mí fue como conocer a Madonna.

Conocí el co-working donde trabaja y a su equipo, grabamos un Facebook Live (que podés ver aquí), almorzamos, tomamos café, caminamos por la ciudad, fuimos a su apartamento y en el medio de todo eso platicamos, nos reímos y compartimos experiencias sobre esto del mundo de las finanzas personales en México y Nicaragua. ¿Sabés cuál fue la mayor conclusión? Que es lo MISMO. Que esto no se trata de países, culturas o ingresos, sino que todas las personas actuamos y pensamos más o menos igual cuando de dinero se trata.

Claro, tampoco me la pasé solo trabajando, también aproveché para ver a amigos viejos. Mi querido Sergio, por ejemplo, fue uno de mis compañeros de clases en el MBA en Taiwán y tenía 4 años (desde que me fui de la Isla bonita) sin verlo. Y mi amado teyte, AKA Pedro Gómez, que ha sido de mis mejores de toda la vida, desde que estábamos en el CCA y ahora estudia Neurología en México: sí, ¡es un tipo brillante y yo orgullosa de se su amiga!

Fui a lugares en los que no había estado antes, como el Museo de Frida, y re-visité lugares que había conocido mucho tiempo atrás pero que ya no recordaba. En fin, fueron 4 días bien jalados, bien vividos y bien disfrutados.

Cuánto gasté

Vos sabés que a mí me gusta ser 100% transparente en todo y cuando viajo también lo he convertido en tradición el mostrar lo que compro y gasto. Acá podés ver, por ejemplo, el de Cuba hace un mes.

La razón por la que no gasté tanto es que tenía dónde quedarme y esa es una de las mejores maneras de ahorrar cuando viajás (acá podés leer otras). En Guadalajara me dio posada mi querida amiga Karla y su novio, y en México me quedé en un hotel con una amiga nica que, de casualidad, iba a estar trabajando por allá los mismos días que yo.

Eso sí, esta segunda estadía me generó, por otro lado, gastos adicionales. Y es que como el hotel queda en Santa Fe (un área un poco retirada) sí tuve que pagar bastante en los UBER de ida y regreso. Pero estoy convencida que de haber pagado un hotel en el centro, hubiera terminado gastando más.

Así que sin más ni más, acá te dejo dos tablas de gastos. La primera es la real, con los datos específicos de cuánto gasté desde el día que me fui, hasta el día que regresé. Como verás, hay varias compritas, gustitos y gastos innecesarios ahí, que ya iban contemplados cuando me planteé el presupuesto de gastos para esos 10 días.

En esta segunda tabla podés ver cuánto hubiera podido gastar sin esos gustitos y gastos innecesarios, si decidieras viajar más frugal. ¡Porque siempre se puede ahorrar!

Finalmente y para no perder la costumbre, por acá te comparto unas cuantas fotitos de este maravilloso viaje:

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