El siguiente artículo fue escrito por un lector de Plata con Plática muy querido para nosotras que, con el tiempo, se ha convertido en amigo: Carlos R. Esta es su experiencia comprando usando tarjetas de crédito y nos pidió compartirlo para que todos podamos aprender. ¡Gracias, Carlos!
Hola Ela
Te escribo para compartir mi historia sobre el mal uso que hice de la tarjeta de crédito:
A los 18 años mis padres me dieron por primera vez una tarjeta de crédito adicional y creo que salvo un par de excepciones hice un uso responsable de la misma.
Luego solicité una para una emergencia y cuando entré a trabajar en un banco me dieron otra con mejores condiciones así que cancelé la primera que había sacado.
Después me enviaron una nueva tarjeta de otro banco, que inició con un límite equivalente a mi salario bruto pero que después fue subiendo hasta llegar a ser 4 veces mi salario bruto.
En este tiempo nunca me consultaron si quería o no aumentar el límite y lo fueron haciendo a pesar que, viéndolo de manera objetiva, no era un buen cliente porque no pagaba todo de contado (bueno, es posible que para ellos ese sea realmente el buen cliente). Llegó un momento en que me convertí en el cliente famoso del “pago mínimo”.
Pagaba, la usaba y volvía a quedar en cero mi disponible hasta que llegó un momento en que se hizo insostenible porque el pago mínimo equivalía a más del 50% de mi salario neto.
Afortunadamente, ese momento de tener el agua al cuello coincidió con la NORMA PARA EL OTORGAMIENTO DE CONDICIONES CREDITICIAS TEMPORALES que fue emitida el 19 de Junio, 2020 y que en su artículo 5 establece:
Artículo 5. Tarjetas de créditos. – A solicitud de los tarjetahabientes, la institución financiera podrá negociar el saldo de la tarjeta de crédito bajo nuevas condiciones más favorables a través de un crédito personal.
Basado en la normativa, decidí acudir al banco para cancelar mi tarjeta de crédito y pedir un préstamo para pagar a una tasa más baja y un mayor plazo. Con la cartera refinanciada mi cuota iba a bajar al 25% de lo que estaba pagando en ese momento.
Aun así, el banco me denegó el crédito porque no me daba la capacidad de pago. Si no me da la capacidad con esa cuota, ¿cómo me va dar con la cuota más alta que además voy a seguir pagando por el resto de mis días? Bueno, yo sé que en los créditos de consumo el trabajo lo hace el sistema y si no te da el scoring pues simplemente te lo deniegan.
Después de varios intentos me encontré con una funcionaria del banco que me dijo que el crédito se me aprobaría si y sólo si llevaba una constancia salarial que dijera que ganaba el doble de lo que realmente gano (a pesar de que mi salario lo recibo en el mismo banco que estaba haciendo la solicitud). Pero bueno, yo hice caso, les conseguí la constancia con el monto que ellos solicitaban y de esa manera me aprobaron el crédito.
Ahora ya no tengo tarjeta de crédito y aunque me hace falta algunas veces, ya no tengo el estrés que tenía antes, tengo una cuota manejable, salí del círculo vicioso de pagar el mínimo y aprendí a vivir con los ingresos que tengo. Ahora solo me resta generar más ingresos.
No pretendo con esto echarle la culpa al banco de mis errores. Yo aprendí la lección y no satanizo a las tarjetas de crédito porque son una excelente herramienta si sabemos usarla, pero de momento no puedo ni debo tenerlas. Simplemente me gustaría que los bancos analicen más allá de lo que dice el sistema y que apoyen a los tarjetahabientes a mejorar su salud financiera.
Espero que mi historia pueda servir a alguno de tus lectores.
Saludos cordiales,
Carlos R.
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