Testimonio: Hasta nunca, hipotecas mentales

Éste es un post invitado de un lector: Franciny Serrano. Si te interesa escribir un post en Plata con Plática, escribime a [email protected] y con gusto lo publicamos, el único requisito es que sea relacionado a finanzas personales y no hayan errores ortográficos.

Muchos hemos crecido con la idea que la educación en finanzas personales es innecesaria, generalmente porque suponemos traemos ese chip incorporado que fluye automáticamente.

Personalmente, a mis 38 años comencé a sentir “un gusanito” en mi interior que me impulsó a interesarme en pulir lo que había hecho según yo “muy bien”, durante tantos años. Así fue como participé para ingresar a un Programa de Educación Financiera en el 2018, debido a que los datos reflejaban que a futuro la situación económica familiar se tornaría  inmanejable a causa de las creencias limitadoras que teníamos. En ese momento solo brotó  trágicamente una imagen en mi mente y fue un desierto al lado de mi familia, situación que me entristeció.

Cuando recibí el correo electrónico de que fui seleccionada para el programa, sentí un bálsamo de emociones y, sin dudarlo, ingresé. Recuerdo que conforme avanzaban los meses, mi miopía desaparecía.

No voy a mentir, hubo  muchos, en realidad, demasiados valles de inseguridad. Pero solo en ese desierto logré terminar de formar mi carácter.  Tenía mucho miedo, pero lo sustituí pensando en lo que podría perder si no lo intentaba, eso me dio el valor para enfrentarme y la fuerza suficiente para perseverar, porque sinceramente no tenía otra alternativa.

En este camino, pude sentir dolor,  tuve amigos y familiares que me desalentaron, dudé miles de veces y comencé a desarrollar “hábitos extraños”, e inclusive al inicio algunos sintieron pena por mí sin ninguna razón.

El lidiar con la crítica se convirtió en una costumbre y la mayoría de estas no tienen  buenas intenciones. Sin embargo, cuando hice lo correcto en el modo adecuado, no tenía nada que perder porque no tenía nada que temer. Puedo asegurar que todo ha valido la pena, aunque el programa no traiga la satisfacción inmediata, la  reivindicación llega a mediano y a largo plazo y lo más hermoso, es permanente.

La educación financiera me dotó de herramientas que me han permitido actuar y hacer a un lado y para siempre,  la preocupación en mi diario vivir. La preocupación es uno de los intereses más altos que pagamos.

Hay una frase en el libro “La transformación total de su dinero” que dice: “si usted vive como nadie, después podrá vivir como nadie”, entiéndase que ese “sacrificio” de hoy será la respuesta del mañana y por supuesto que vale la pena.

Puedo testificar que en varias oportunidades el buen manejo de las finanzas personales me ha demostrado la magia oculta, en la disminución de los gastos mensuales del presupuesto, a través del pensamiento creativo,  la planificación y el valor de la moderación, este implica el no excederme en las cosas, buscando mantener un equilibrio y vivir con bienestar.

El acompañamiento de una experta fue dándome la precisión para el cumplimiento de objetivos y con un plan de salida de deudas no solo logré mi libertad financiera sino que logramos encontrar el inmenso e infinito disfrute que se atesora en la sencillez, comprendiendo que era innecesario gastar grandes sumas de dinero para poder compartir un momento agradable en familia o supuestamente atraer la mirada de las personas para inconscientemente sentirnos bien, por una supuesta admiración.

Hemos cambiado, el hacer crecer el bolsillo de un desconocido (ya sea en un restaurante todas las semanas, o en la ignorancia asociada con la pereza de pensar en la maximización de los recursos del hogar o un hospedaje de lujo en una zona lejana) por hacer crecer el nuestro.

Entendí que una vez cubiertas las necesidades básicas, un mejor sueldo no equivaldría a más satisfacción, ya que de hecho se ha descubierto que cuando la gente compra más cosas, automáticamente descuida su espiritualidad y sus valores y por ende  es menos feliz.

Entre las cosas más lindas que tienen las finanzas personales sanas es que logramos moldear su verdadero objetivo a nuestra familia, hemos podido ponerle nuestros matices, a través de su fortalecimiento, solo necesitamos de un 20% de conocimiento y un 80% de comportamiento, es decir el mayor poder estaba en nosotros.

Hoy sé que fui diseñada para esto, fui diseñada para ser exitosa y trascender, porque los mejores no son aquellos que han esperado las oportunidades, sino los que las han buscado y aprovechado a tiempo.

Finalmente, me llena de satisfacción poder heredar buenas prácticas de salud financiera a mi hijo y tener la capacidad de poder visualizarlo como una persona próspera y feliz, por medio de nuestro modelaje.

Para los que amo (familiares y amigos) he dejado lo mejor: la esperanza de que con disciplina y paciencia se logran los milagros tales como cancelar cualquier hipoteca mental.

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