Renunciar y emprender, ¿o tal vez mejor no?

 

Renunciar y emprender, ¿o tal vez mejor no?

Emprender parece ser el sueño de muchos: horario libre, ser tu propio jefe y la posibilidad de incrementar tus ingresos mes a mes son, sin duda, de las razones más poderosas por las que muchos y muchas sueñan con renunciar a su trabajo de 8 a 5 y emprender el negocio de sus sueños.

Pero dejar la seguridad de tu trabajo de tiempo completo para comenzar una empresa suele ser una movida bastante arriesgada. De hecho, los estudios muestran que la razón #1 por la que las personas no terminan de dar ese paso es el miedo a lo incierto.

Indudablemente emprender y tener tu propio negocio no es para todos, y en esto no hay una respuesta correcta en cuanto a qué es mejor: la seguridad del empleo o la aventura por lo que te apasiona. Se trata de conocerte y saber si por tus características particulares, te inclinás más hacia una modalidad de trabajo o la otra.

Pero si vos sos de los que ya se decidió y después de tanto pensar has descubierto que lo tuyo es el auto-empleo, hay algunas cosas que debés considerar antes de mandarle el correo a tu jefe diciendo “renuncio”. A continuación cinco preguntas que te invito a contestar:

1. ¿Qué tan bien o mal me siento en mi trabajo actual? Lo primero es tener cuidado de que la decisión que estás por tomar no sea por lo descontento que estás en tu trabajo, sino porque el camino del emprendimiento es lo que realmente te apasiona.

2. ¿Cómo va a hacer mi nueva rutina del día a día? Cuando has pasado tu vida profesional bajo un horario fijo, hacer la transición hacia la libertad de tiempo es algo que a muchos les cuesta –¡yo me incluyo!- y es bien probable que mientras te acostumbrás, desperdiciés un montón de tiempo valioso que le sería útil al desarrollo de tu empresa.

3. ¿De dónde vas a sacar el dinero, no solo para empezar, sino para mantener el negocio en sus primeras fases? Uno de los errores más comunes es creer que vamos a gastar menos dinero del que en realidad se necesita, por esto es imprescindible que tengás un fondo para gastos extraordinarios y para mantener el negocio en los primeros seis meses cuando, muy seguramente, no tendrás ingresos.

4. ¿Estás dispuesto o dispuesta a hacer múltiples roles que tal vez no hacías en tu trabajo? Ser tu propio jefe implica ser también tu propio empleado, y si antes estabas acostumbrado o acostumbrada a que una secretaria de sacara las copias y te hiciera el café, ahora te va a tocar a vos hacerlo.

5. ¿Tenés un plan B? Las cosas siempre pueden salir mal y vos tenés que estar listo o lista para que tu camino tome un giro.

El meollo del asunto es que te preparés lo más que podás para lo que se te avecina, porque emprender, por muy emocionante que parezca, también es un gran reto… uno que vale enteramente la pena. En definitiva, el nivel de riesgo que cada cual puede correr depende tanto de su personalidad, como de sus condiciones particulares en este momento de su vida. Así, no es lo mismo para alguien joven, soltero y sin mayores compromisos lanzarse a la aventura, que para una persona que es responsable de una familia.

Bien dicen que a veces hay que ser como los monos, que no sueltan una rama sin tener la otra bien agarrada, y una buena manera de probar tu emprendimiento es empezar haciéndolo de medio tiempo.

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