El secreto de mantener unas finanzas personales sanas está en las pequeñas cosas, en esos pequeños cambios que hacemos en nuestra vida para ir por el camino correcto. Es como querer adelgazar: no se trata de dejar de comer al 100% “x” o “y” cosa, sino de controlar las porciones. Así mismo, para dejar de gastar más de lo que ganás, no se trata de no volver a comprar nada nunca, sino de saber diferenciar lo que vale la pena comprar –qué necesito- de lo que no –sólo lo quiero… con muchas ganas-.
Fácil es decir: comprá sólo lo que necesités, déjalo a un lado cuando sea solamente un deseo. Pero el meollo del asunto está en descubrir lo que es una necesidad real y no confundirlo con las ganas de poseer algo. El concepto suena bastante simple, ¿no es así? Ahora imaginá lo siguiente: vas caminando por Galerías, hace mucho calor, se te antoja un Gelato. Vos pensás “es comida, tengo calor, lo necesito”. Caminás unos pasos más, bajás las escaleras, das la vuelta y llegás a Nine West: tienen rebajas del 50% en unos zapatos negros, recordás que ya tenés 2 pares, pero luego pensás que por ese precio “es una ganga, ya encontrarás ocasión para usarlos, te los tenés que llevar”. Así, encontrar excusas para comprar algo es más fácil que decir “no lo necesito”.
Como soy ferviente creedora que uno debe actuar siendo consecuente con lo que dice, últimamente me he encontrado teniendo debates internos sobre si comprar o no comprar, si lo quiero o lo necesito. Y me tomo mi tiempo, analizo si lo que voy a comprar va a cambiar mi vida de alguna manera, qué pasaría si lo comprara vs si no lo comprara y sobre todo, qué consecuencias va a tener en mi billetera.
Antes de venir a India, tuve 2 de estos debates:
- Mochila: La mochila de mi computadora tenía poco más de año y medio conmigo, no me encantaba, pero era espaciosa, resistente y me la habían regalado. Después de una pesada vida en Taiwán (lo pesado de la computadora), los tirantes se habían comenzado a despegar. Mi miedo era que en un día, mi computadora –y toda la información ahí contenida- acabara en el suelo. Tenía 3 opciones:
- Ir por lo seguro: comprar una en Taiwán, antes de venir a India.
- Ir por lo posible: comprar una en India, tal vez era más barata que en Taiwán.
- Ir por lo arriesgado: no comprar nada y cruzar los dedos para que me durara 6 meses más.
- Tenis: Llegué a Taiwán con 2 pares de tenis, unos negro y unos café. El clima, la lluvia y el uso diario no tardaron en destrozarlos y de nuevo tenía 3 opciones:
- Comprarlos en Taiwán.
- Comprarlos en India –esperando que fueran más baratos-.
- Seguir usando los café hasta que…. bueno, no pudiera caminar con ellos.
¿Y qué fue lo que hice?
Ya les había contado de mi súper roommate que hace piñatas, es vegetariana y además, si hay una persona que no hace compras innecesarias, es ella! Así que lo consulté, le mostré mi mochila y mis tenis, y al ver su cara, comprendí que era momento de reemplazar mis cosas.
Habiendo contado estas anécdotas, te propongo el siguiente ejercicio: la próxima vez que estés a punto de comprar algo, no lo hagás inmediatamente. Esperá 30 días y anotá en el calendario lo que querés comprar, cuánto cuesta y las razones por las que lo querés comprar. Si en un mes, esas razones todavía existen: adelante, compralo. Sino, probablemente no lo necesitabas.