Lo que vos no querés, otro lo necesita

voluntarios

Una de mis mejores amigas pronto dará a luz a un hermoso bebé que llevará por nombre Leónidas. Bajo la insistencia de que necesitaba un “bolso para el hospital –con ropa y todo-“para el día del parto, la acompañé la semana pasada a una Iglesia donde tendrían una venta de artículos usados. Los bebés crecen rápido y todos sabemos que si alcanzan a usar la ropa de recién nacido más de 2 veces, te podés dar por bien servido; así, me sentí muy orgullosa de ella cuando decidió comprar ropa de segunda mano para esos primeros días, por la que pagó el 10% de su precio original.

A esa venta de patio asistieron más extranjeros que taiwaneses y había personas –del hemisferio occidental- de todas las nacionalidades. Mamás comprando ropa para sus hijos pequeños, chavalas adolescentes buscando vestidos para el verano que ya se acerca, treintañeras con ansias de darle un giro a su guardarropa por un pequeño precio y señores en busca de libros y cafeteras.

Distinto a lo que la gente suele pensar, no hay nada malo en comprar ropa y artículos usados, por los que podés pagar un precio mucho más bajo que si los compraras nuevos.  Ir a una venta de patio o hacerte de algunas cosas en una tienda de segunda mano no te hace ni más pobre ni peor persona, al contrario, podés ahorrarte unos buenos centavos.

Sin embargo, los bajos precios no fue lo único de lo que me di cuenta en este evento. También me puse a pensar en el origen de los artículos a la venta y, a través de un poco de indagación, descubrí que las mismas personas –extranjeras, en su mayoría- que te mostraban lo que estaba a la venta, eran quienes lo habían donado. No estoy segura si recibieron o no un pago por sus bienes, pero aun asumiendo que el dinero recaudado fuera directamente a la Iglesia, sigue siendo un acto admirable deshacerte de lo que necesitás y darle la oportunidad a alguien más de conseguirlo por una fracción del precio real.

Así, no es ningún secreto que descongestionar tu hogar de cosas innecesarias, crea un ambiente mucho más placentero y sano, y que menos desorden te hace la vida más fácil. Lo que tal vez no resulte tan obvio es el hecho de que eliminar el desorden de tu casa puede traerte beneficios financieros. A continuación algunas razones por las que es bueno ordenar y deshacerte de lo que no necesitás, al menos una vez al año:

Teniendo menos, aprendés a vivir con menos. Solemos creer que para vivir cómodamente necesitamos muchos bienes. La televisión, la publicidad y hasta nuestros amigos nos muestran constantemente cosas “sin las que no podemos vivir”. Tomarte el tiempo de ordenar y limpiar las cosas que has acumulado a través de los años puede ser una verdadera llamada de atención, pues al deshacerte de lo innecesario, te das cuenta de la poca importancia que tenían en tu vida. Este cambio de mentalidad, de descubrir que no necesitás tanto para ser feliz, le quitará la presión de querer más a tu vida financiera.

Mientras limpiás, hacé un inventario. En el proceso de decidir lo que vale la pena quedarte y lo que es mejor regalar, date la tarea de hacer un inventario de tus pertenencias. Esto no sólo te ayudará a conocer el valor de lo que tenés, sino que además te puede ser de gran utilidad a la hora de lidiar con la aseguradora, en caso de pérdida, robo o desastre.

No hay por qué duplicar. Cuando tenemos demasiadas cosas, ni siquiera sabemos bien lo que tenemos y terminamos comprando cosas dobles. Al poner orden a tu hogar, re-descubrís artículos que tenías en el olvido y que si eran importantes, ya no tenés que reemplazar.

Ganá dinero. Muchas de las cosas que decidiste que no necesitás, pueden ser de gran valor para alguien más (como el caso de mi amiga con la ropa de bebé, por ejemplo), por lo que podés tener tu propia venta de patio y depositar lo ganado en una cuenta de ahorro.

En conclusión, tanto comprar artículos de segunda mano, como darle la oportunidad a alguien más de obtener lo que vos no necesitás, trae beneficios visibles a tu vida financiera. Aprendamos a diferenciar lo que son necesidades reales de lo que son simples deseos e intentemos llevar una vida minimalista y frugal, que sea además, consciente con el medio ambiente.

¿Y vos? ¿Qué experiencias has tenido comprando o vendiendo artículos de segunda mano? ¿Creés que vale la pena?

Comentarios

Artículos relacionados