El tiempo que toma endeudarte y salir de ella

Un par de días suelen ser suficientes para decidir adquirir una deuda, pero el tiempo que toma salir de ella es muuucho más, y en muchas ocasiones no solo se lleva tu dinero, sino tu tranquilidad.

Así le pasó a “Elena”, una jóven de 24 años que se convirtió en mamá en el año 2020, en ese entonces tenía un trabajo estable, y cero deudas, pero una complicación en su embarazo la obligó a someterse a una cesárea de emergencia. 

El proceso médico lo hizo en una clínica privada y eso significaba que tendría que pagar $1,800 dólares que en ese entonces no tenía, ni como ahorro y tampoco como fondo de emergencia.

Esa fue la primera vez que recurrió a la deuda, sin pensarlo y bajo el estrés de la llegada del bebé. 

Aún con esta primera deuda pendiente, a “Elena” no le fue tan difícil adquirir su segunda deuda, tardó un par de días en decidirlo. En ese momento ella y su hijo vivían en casa de los papás de su esposo, pero decidieron mudarse a otro apartamento solo los tres, y eso implicó otra deuda en electrodomésticos. «Fue el peor error financiero adquirir una deuda con casas comerciales», comenta.

Guiada por las emociones y gracias a los constantes mensajes que le llegaban al celular sobre créditos pre-aprobados, decidió tomar otro crédito. 

Debido a esta decisión llegó a sentirse abrumada por la cantidad de deudas que tenía, y porque las cuotas eran demasiadas altas y no le permitían cubrir sus otros gastos de vida. “Nos sentíamos agobiados, estresados (ella y su esposo)”, expresa. 

Decidieron realizar una consolidación de deudas con un banco, pues la tasa de interés que están pagando es menor a la que debían pagarle a la casa comercial. 

«Ahora somos más maduros en cuanto a las finanzas, también mi esposo y yo mancomunamos los salarios, entonces se hace más fácil organizarnos», dice. 

Agrega que le tomó un par de días decidir endeudarse con cada uno de los créditos que adquirió, pero ahora le tomará aproximadamente cuatro años lograr pagar su deuda.

¿Qué te lleva a la deuda? 

En un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional –FMI– en 2016, se descubrió que en América Latina el nivel de deuda es del 20%, y es Costa Rica con un 35%, el país centroamericano más endeudado.

Existen muchas razones porque las personas se endeudan hasta el punto de luego no poder cumplir con sus cuotas de pago. En Plata con Plática, alrededor de cada 5 años, realizamos una encuesta precisamente para saber el nivel de endeudamiento de las personas y el resultado es que el 80% de quienes respondieron tienen actualmente una o más deudas. 

En base a los resultados, si tuviéramos que personificar la deuda en Nicaragua, sería una mujer de entre 31 y 40 años, quien tiene un empleo estable en una compañía y desde los 22 años adquirió su primera deuda con la tarjeta de crédito. 

Ella vive estresada o ansiosa pues el pago de su cuota sí lo puede realizar, pero “es una porción alta de sus ingresos” y tendrá que seguirla pagando por al menos un año para cancelarla. 

Generalmente la deuda se hace bajo la excusa de una “buena razón”, por ejemplo para amueblar tu hogar, cubrir gastos de una enfermedad, cosas que son necesarias, eso sí, pero no son buenas, pues en ellas no existe posibilidad de generar más dinero en el futuro.

Y eso es lo que precisamente diferencia una deuda buena de una deuda mala. La segunda son escenarios que sí o sí deberías evitar, como: 

Subestimar la importancia de un fondo de emergencia 

Tal cual el caso de “Elena” que comenzó sus deudas con una emergencia. Precisamente para esos momentos existe el fondo de emergencia, o un seguro médico adecuado para atenderte cuando lo necesités.

Si todavía no lo tenés, investigá, cotizá y seleccioná un buen seguro médico. La salud es una necesidad primaria, es clave tener cubierta esa parte.

Vivir de apariencias 

Es cada vez más común querer aparentar una vida que realmente no te podés pagar y entonces recurrís a créditos informales en la tiendita cerca de tu trabajo o tu casa, comprás una piecita por aquí y una por allá, –y parecen no ser malas–, pero luego cuando ya sumás esos montos pequeñitos, tenés un graaan número, adicional a cualquier otra deuda que tengás en tu vida.

O utilizás las tarjetas de crédito como si ese dinero fuese una extensión de tu salario. Pero pero aún sabiendo que una gran cantidad de los tarjetahabientes no entienden cómo funciona realmente el plastiquito financiero, y por ejemplo, siguen creyendo que los intereses corren sobre el saldo y no el total de la deuda.

💥 Si no lo sabías, necesitás aprender cómo de verdad funciona. Nuestro ebook «El ABC de la tarjeta de crédito» puede ser un buen inicio.

Recordá que siempre decimos que las finanzas más allá de números, es de emociones para aprender a gastar menos de lo que ganás y estar bien con eso. 

Si querés un estilo de vida distinto o directamente más caro, buscá ingresos extras que te ayuden a alcanzarlo, pero la deuda no debería ser una opción.

Ser jóven e ingenua 

Cuando recién empezás a recibir tus primeros ingresos, tenés control de tu dinero, quizás te podés ver tentado o tentada por las nuevas posibilidades a tu disposición. 

Una de esas puede ser dar el tarjetazo una y otra vez con cada cosa que se te antoje comprar. Ese es el principio de un largo camino de deudas que tarda muy poco tiempo en construirse, pero una eternidad en destruirse. 

Si bien no te lo enseñan ni en la escuela y dependiendo de tu carrera tampoco en la universidad, es responsabilidad propia-al igual que muchas otras cosas que aprendemos como adultos responsable- empezar a leer y conocer más de finanzas personales, porque estará presente literalmente en toooda tu vida.

¿Qué hago entonces? 

☑️ Lo más importante, lo no negociable, lo indispensable para el pago de deudas, es hacer un presupuesto mensual que te permita darle seguimiento a tus gastos e ingresos, para que logrés dos objetivos principales. ¿Necesitás una guía? Utilizá el «Formato de presupuesto de Plata con Plática»

● Destiná el mayor monto posible para pagar tu deuda. ¿De dónde saldrá más dinero? De recortar y eliminar todos tus gastos no necesarios. Mientras se está endeudado no hay cabida para el gustito como unas vacaciones, pues es mejor solo descansar en casa pero $100 menos endeudado.

● Viví según tus posibilidades, gastando siempre menos de lo que ganás. Cada centavo adicional es dinero que viene de la deuda y no de lo que hoy sos capaz de costear en tu vida.

☑️ Establecé tus metas financieras. Eso te ayudará a identificar si las deudas que tenés o estás pensando en adquirir, te acercan o no a esas metas. Podés regresar a ellas cada vez que estés a punto de caer en una mala tentación financiera. Pero lo más importante, solo con un norte podrás día a día poder todo tu esfuerzo para salir de esa deuda o las primeras deudas que te agobian.

☑️ Guiate por un método de para salir de deudas. Puede que te a tu nivel de endeudamiento le funcione uno distintos métodos combinados:

¿Bola de nieve o avalancha?

● Tal vez antes necesitás una consolidación o un refinanciamiento.

● O quizás ya en los casos más complejos, una reestructuración o arreglos de pagos sean tu mejor camino.

Ninguna opción es mala, al contrario, cualquiera de ellas serán buenas decisiones que te harán muuucho más fácil el camino para salir de todas tus deudas.

☑️ Priorizá tus gastos, pues si ya sabés que tu salario no te permite comprarlo todo ahora, empezá por determinar qué necesitás más urgente, y ahora sí, crea un pequeño ahorro mes a mes para ello. En la medida que vayás aprendiendo a retardar tus impulsos de compra y sepás diferenciar entre lo que «gustaría tener» y lo que «si es necesario» vas a darte cuenta que podés vivir con menos de lo que creías.

Si ahorita tenés una deuda, tené claro que estás pagando un ahorro a la inversa. ¿Cómo así? Pagás por lo que debiste haber ahorrado pero ahora con intereses incluidos. Ese es el costo de haberlo querido, –o tal vez necesitado–, para YA, sin estar listo financieramente para asumirlo, ya sea con un fondo de emergencia o con ahorros.

Una vez que salís de deuda, te tocará aprender a: ahorrar para luego gastar, a vivir por menos de lo que ganás, y cuestionar más seguido, lo quiero o lo necesito.

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