El dinero de tu negocio no es tu dinero

El dinero de tu negocio no es tu dinero

Recientemente tuve la oportunidad de dar asesoría financiera a una maravillosa mujer emprendedora de Bluefields: Irma Taylor. Ella tiene una tienda de ropa y zapatos dentro de su casa, y con las utilidades del negocio prácticamente mantiene a su familia.

Mientras hablábamos de sus dudas y dificultades, me di cuenta que uno de los grandes obstáculos que tenía ella era reconocer la diferencia entre el dinero que generaba su negocio, y el dinero que era de ella y de su familia para gastar; y este error de pensar “el dinero de mi negocio es mío” es de los más comunes cometidos por micro y pequeños empresarios.

La mayoría de las personas que se animan a emprender no tienen conocimientos o estudios en finanzas, contabilidad y/o administración de empresas; por esta razón, es normal y común que les sea difícil reconocer la importancia de llevar cuentas separadas y la manera correcta de hacerlo.

¿Por qué se debe separar el dinero de la empresa del dinero del empresario?

Creo firmemente que la diferencia entre un emprendedor exitoso y uno que se destina al fracaso es una correcta administración. Por más única y original que sea tu idea, si no sabés administrar tu negocio y te “echás a la bolsa” cada ganancia que generés, nunca vas a prosperar. No hay negocio que aguante una mala administración.

Es necesario tener cuentas de banco separadas:

Una para el negocio y una para vos como persona natural. ¿Por qué? Porque en ambos ámbitos vas a tener gastos, pero estos gastos deben estar diferenciados. “Al César lo que es del César y al Rey lo que es del Rey”. Los costos y gastos de tu empresa son información necesaria para hacer tus estados financieros y así saber cómo va realmente tu negocio. Si metés mano del flujo generado y gastás en las compras del súper de tu casa, ¿cómo vas a saber realmente cuánto estás gastando en tu negocio? ¿Cómo vas a saber realmente si tu negocio te está dando o si estás perdiendo?

Me han dicho algunos emprendedores “mi negocio soy yo, son los mismos gastos”, pues déjenme decirles que no es cierto. Si tu negocio es una librería –por ejemplo- tus costos van a ser todos los cuadernos, lápices, marcadores, reglas etc. que comprés a tus proveedores y tus gastos van a ser la renta del local, el sueldo de tus empleados y el pago de la luz; por otro lado, tus gastos personales van a ser la comida de tu casa, transporte y salidas… ¿verdad que no es lo mismo?

Pues si mi querida amiga bluefileña necesitaba pan para la cena, sacaba dinero de las ventas del día y con eso lo compraba. Si sos de los empresarios que hace esto, al llegar el fin de mes no sabés cuánto ganaste en tu negocio y cuánto gastaste en tu casa.

¿Cuál es entonces la manera correcta de hacerlo? Una vez abiertas las dos cuentas bancarias –la tuya y la del negocio–, debés asignarte un salario mensual fijo para que con ese dinero pagués tus gastos y vivás. Que este salario sea manejado realmente como un sueldo que ganarías trabajando para cualquiera otra empresa, en el que, si se acaba, se acaba… la idea es no seguir tocando las utilidades del negocio. Para fijar ese salario, tenés que tener una buena idea de cuántos son tus gastos mensuales, esto lo descubrirás realizando un presupuesto durante un mes. Así, una vez sepás cuánto gastás en 1 mes corriente, te asignás un monto salarial que alcance a cubrir esos gastos.

De esta manera, tu salario pasa a ser parte de los gastos de la empresa: un gasto fijo. Si necesitás más dinero, podés esperar al mes siguiente que tu empresa te pague. Sólo así verás realmente cuánto dinero te está generando tu negocio, y a través de la acumulación de utilidades podrás hacerlo crecer. Si ya te animaste a emprender, no matés tus sueños  con una mala administración. Las utilidades que genere tu negocio durante los primero años no son para que te vayás de vacaciones  o de compras… son para que las re-invirtás y hagás crecer tu empresa.

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