Cuando la culpa nos hace gastar

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Recuerdo que durante el 1er año de secundaria nos llevaron en una ocasión a un salón de música en el colegio, nos dieron la letra de “No basta” de Franco de Vita y pusieron la canción. Luego nos pidieron que escogiéramos las 2 frases con las que más nos relacionábamos y uno a uno la compartió con los demás. ¿Saben ustedes cuál fue la frase más sonada? “Todo por culpa del maldito trabajo y del tiempo”.

Pues bien, las fiestas decembrinas ya pasaron y nos queda la famosa cuesta de Enero, en la que después del gustazo que nos dimos nos toca el trancazo de pagar las cuentas. Pero ¿has analizado por qué gastaste de más? Claro, uno inevitablemente se emociona con las fechas y así como se pasa de tragos, se pasa también de compras…. pero también hay muchos que gastaron de más por culpa. Y de eso habla este post.

El recuerdo de la secundaria  que les compartí viene a colación porque muchos padres se exceden en gastos navideños por comprar a sus hijos cuanto juguete el príncipe o la princesa quiera, como una manera de compensar –consciente o inconscientemente- el tiempo que no pasan con ellos durante el resto del año porque están trabajando.

Y qué tal las personas que emigran a otros países en busca de una mejor vida para ellos y su familia, trabajan más y muchas veces bajo peores condiciones que en Nicaragua, envían todo el dinero que ganan y al final, no logran ver la mejoría que esperaban en su situación financiera. Un amigo muy querido tiene un excelente trabajo en Estados Unidos, es soltero, no tiene hijos y con lo que gana, podría estar ahorrando e invirtiendo para su futuro. Sin embargo, su familia -que está en Nicaragua- de alguna manera asume que es su responsabilidad (por no decir obligación) “ayudarlos”, por lo que entre remesas y regalos navideños, la culpa no le ha permitido ahorrar ni un solo peso.

Como este tema no tiene que ver tanto con el manejo del dinero, como con el manejo de las emociones, le pedí a mi sicólogo favorito que nos iluminara un poco. Esto fue lo que me dijo:

“Algunas situaciones que nos llevan a sentirnos culpables son: vivir fuera del país, tener un horario de más de 8 horas laborales, tener un amante, no haber deseado (o al menos creerlo así) a los hijos, etc. Esta forma de analizar la situación personal, es algo que aprendimos desde pequeños en nuestras familias y culturas, muchos sentimientos de culpa surgen cuando no podemos cumplir con los altos estándares que otras personas o nosotros mismos nos hemos impuesto.

La culpa, entonces, si no sabemos cómo solucionarla, puede generar ansiedad, depresión, baja auto-estima y mucho otros problemas en todas las esferas de nuestras vidas. Si nos referimos a los hijos, el compensar nuestras ausencias o sentimientos de culpa dándoles todo lo que piden, lo único que provoca, al final de cuentas, es que ellos se sientan que no los amamos (igual que si no los atendiéramos). Es mucho mejor enseñarles a tener límites, enseñarles a que cuando se puede, se le da, y cuando no se puede, no se le da.

Algunas soluciones sugeridas incluyen descubrir y resolver contratiempos del pasado y lograr que los códigos morales o las expectativas sean menos exigentes. Ciertamente muchas personas todavía sufren por problemas del pasado o por imponerse estándares muy altos y poco realistas. Cuarenta y ocho horas de tareas no se pueden hacer en un día de veinticuatro horas así que no se auto-castigue cuando lleva a cabo sólo la mitad de su ambiciosa lista de cosas por hacer. Quizá auto-recompensarse ocasionalmente es mejor que auto-castigarse.

Todos tenemos derecho a ser felices, y con ello podremos brindarle felicidad a los seres queridos y a todos los que nos rodean”

Así, el sentimiento de culpa son tus valores más profundos diciéndote “la estás cagando regando”. A mí me parece que tenemos 2 opciones:

  1. Tratar de ignorar el sentimiento y seguir comprando y gastando hasta que la culpa desaparezca –momentáneamente.
  2. Afrontar la realidad y analizar si realmente es justo que te sintás culpable. Puede ser que nuestros seres queridos –sin querer queriendo- nos estén induciendo a esta culpa y al final, no hay razón alguna para sentirla, pues no estás haciendo nada malo.

En conclusión, gastar porque te sentís culpable y querés compensar otro tipo de carencias (de tiempo, dedicación, amor, etc.) puede afectar significativamente tus finanzas, pues la culpa bloquea nuestra visión y nos hace pensar que no importa si esa compra o gasto nos lleva a endeudarnos, hay que hacerlo para sacar la culpa de nuestro corazón. Al final, una cosa no compensa la otra: el tiempo que no damos a los hijos no lo compensan regalos caros.

P.D. Si a alguno le interesa ir a hablar con un sicólogo (los que digan que es de locos, están muy equivocados), les recomiendo al que me ayudó a escribir este post. Se llama Edmundo Lacayao y su correo es: [email protected].

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