Cuando empecé a trabajar tenía 22 años, encontré un trabajo excelente en una ONG, ganando súper bien, pero desgraciadamente no tenía ningún conocimiento de finanzas personales.
Como era de esperarse, tomé malas decisiones desde ese momento, imitando a personas mayores que me indujeron a las deudas de consumo, y fue ahí donde las deudas se volvieron un estilo de vida: sacaba cualquier cosa en una tienda y a fin de mes pagaba.
Cada mes era lo mismo. Vivía endeudada por no saber administrar mi dinero. Era una época donde no tenía deudas mayores, o que no pudiera cubrir, creo que lo más grande que llegue a deber era algún electrodoméstico en LA CURACAO, pero los sacaba a seis meses, pues tenía la capacidad de hacerlo así.
Mi error más grande fue no ahorrar y no pensar que ese trabajo tenía fecha de caducidad, no me preparé para el cambio que venía a mi vida.
Para ese tiempo ya era madre (madre soltera) y se podrán imaginar todas las responsabilidades que eso conlleva.
No quiero hacer tan largo este relato, ni quiero hablar de tantos detalles, pero cuando este proyecto terminó, se me vino el mundo encima.
Yo había comprado un terreno para hacer mi casa y, desgraciadamente, inicié la construcción sin nada de asesoría. Cometí demasiados errores, por no tener a nadie que me guiara en ese proceso. Me endeudé con la construcción. Tenía otro trabajo, pero obviamente ya no ganaba lo mismo y esto me hizo enredarme con préstamos personales, saqué al crédito los materiales, en fin, cometía error tras error.
Me mudé de ciudad porque me ofrecieron un mejor trabajo, era otro proyecto y para mi desgracia el trabajo me duró aproximadamente cuatro meses. Las personas que me contrataron tuvieron problemas y el proyecto cerró.
Seguí viviendo en esa ciudad con la esperanza de encontrar otro trabajo, las deudas seguían y las personas me cobraban y yo no tenía de dónde pagar.
Tuve que vender mi solar con lo que había construido para pagar parte de las deudas y hacerle frente a mi situación. En esa etapa únicamente tuve trabajos temporales, donde ganaba muy poco. Regresé a mi ciudad y las cosas cambiaron porque mi hermana se fue del país y me quedé cuidando a mis sobrinos.
Fui pagando lo que me faltaba poco a poco, pero desgraciadamente mis malos hábitos seguían ahí. La deuda era como una maldición que no podía vencer, por más que intentaba. Siempre que estaba a punto de cancelar todas las deudas, algo pasaba y me tenía que meter a otra deuda más.
Fueron años en ese círculo vicioso, sacaba en un lugar y luego pagaba, se venía alguna situación y me endeudaba de nuevo, no sé exactamente cuándo fue que empecé a ver videos sobre finanzas personales y a entender muchas cosas que no sabía.
En el 2017 tomé la decisión de no tener créditos de consumo en ningún lugar, empecé a anotar mis gastos y fui dando pequeños pasos para cambiar esos hábitos que me tenían en esa situación.
Luego me encontré a la Ela en YouTube y entendí que mi problema siempre fue no tener un fondo de emergencia, por eso caía siempre en las deudas, porque jamás me preparaba para esas cosas que se vienen en cualquier momento.
A estas alturas de mi vida ya me había metido con prestamistas y eso es terrible, porque sólo pagaba intereses.
Aprendí a hacer mi presupuesto y seguía aprendiendo más de finanzas personales. Empecé a ahorrar para mi fondo de emergencia, decidí comprarme una alcancía para ese propósito, también aprendí a hacer lista de compras para el súper, y cada compra era “Lo quiero o lo necesito”.
Decidí comprarme ropa o algo que necesitaba solamente en dos meses del año. Me limitaba porque yo quería aprender a administrar bien cada peso que llegaba a mis manos.
Soy una mujer cristiana y siempre le pedía a Dios que me ayudara, porque yo no le encontraba salida a mi situación.
Hay una historia en la biblia en 2Reyes 4;1-7. Habla de una mujer que su marido había muerto y la dejó endeudada, se querían llevar a uno de sus hijos como esclavo en pago de la deuda, y ella fue donde Eliseo y ella le contó su situación…
Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer para ayudarte? Dime, ¿qué tienes en tu casa?
Esta frase “Qué tienes en tu casa” me hizo pensar demasiado, y empecé a pensar qué tengo yo en este momento y llegué a la conclusión que tenía mucho conocimiento de finanzas, que tenía que seguir poniendo en práctica y así lo hice.
Empecé a ahorrar en una tómbola, con un grupo de personas y decidí tomar cuatro números, eso significaba que cada mes yo daba 4,000 córdobas, pero cuando me tocaba a mí el ahorro me entregaban en cada uno de ellos 20,000 córdobas que iban destinados a pagar.
Seguía con mi presupuesto, mi control de gastos, ahorrando para mi fondo de emergencia, limitando mis gastos.
Un día pensé “yo tengo que conseguir a alguien que me preste sin intereses, para poder pagar sólo capital”. Y así fue. No sólo conseguí a una persona, fueron tres y ahí empecé a enfocarme en pagar y pagar.
Agradezco a Dios por esas estrategias, porque siempre yo oraba y le pedía que me diera sabiduría para hacer algo para salir de esa situación. También le agradezco por poner en mi camino a la Ela, porque cada vez que he necesitado de ella para un consejo financiero, siempre ha estado ahí.
Agradezco por todos los materiales que están al alcance de nuestras manos y que me han ayudado a organizarme mejor, todos los conocimientos de su equipo de Plata con plática y que día a día comparten con tanto profesionalismo y con tanto amor.
No fue de un día a otro, fue un largo camino de 30 años.
¡Sí se puede! Con la ayuda de Dios y las personas que él usa como ángeles, ¡se puede ser libre de deudas!