Recetas para cuando la vida te hace comer mi€rd4


“Si mueres antes de morir, no morirás cuando mueras.”

Brian Muraresku

¿La vida te ha hecho comer mi€rd4? ¿Has perdido una empresa, un matrimonio o una relación importante? Lo que sea que perdiste, ¿fue tu culpa?, ¿provino de alguna decisión mal tomada, la guía de tu ego…? ¿ ¿Importa al final de cuentas saber por qué sucedió?

Probablemente es menos doloroso saber que un cambio, fortuito y de golpe, desmoronó algo que valoramos, pero siempre me pregunto ante esta realidad ¿será así realmente?, ¿habré causado mi “fracaso” de forma inconsciente?

Lo cierto es que duele, esos momentos en que la vida te hace comer mi€rd4, te hacen transitar un tiempo psicológico espantoso, cuestionar tu valor, pensar en los “hubieras”, ver hacia atrás en el tiempo y modelar posibles respuestas diferentes, o ver hacia el futuro, con temor, pensando que no vas a poder recobrar lo que sea que perdiste.

La decisión de escribir esta serie de artículos proviene de la realización… de reconocer que, si en algo soy rico es ¡en fracasos!  Sí, en sobrevivir derrumbes de mis proyectos, en construir con ahínco y competencia proyectos fructíferos, para mí o para otros, contratado o auto contratado, y ver cómo la vida se  llevó por delante a varios de ellos.

El título de estas “recetas”,  proviene de un foro donde escuché a una amiga que respeto y admiro mucho comentar una situación difícil por la que estaba pasando. En ese momento pensé en decirle:

“Amiga hablemos, yo he comido tanta mi€rd4, que hasta recetas te puedo compartir”.

Me hizo gracia y lo acuñé.

Las dificultades que he pasado en la vida me han hecho sentir una suerte de balsero, que atraviesa un mar embravecido, con el terror que da ver las olas a tu alrededor y el vacío que se siente en el estómago. Y así, en mis aventuras como balsero, he muerto muchas veces interiormente.

Estas muertes me han llevado a una reflexión: es como si hubiera vivido la película El día de la marmota o una similar de Tom Cruise, Al filo del mañana, y cada pequeña muerte, cada experiencia de cambio, me hubiese dejado como regalo una idea, un aprendizaje, una lección, que me ha servido en posteriores dificultades. Cada experiencia me ha transformado y me ha dejado “recetas”, como pequeñas medicinas que quiero compartir con humildad. Son mis reflexiones acerca de la pérdida y el fracaso, de cuando la entropía, o el karma, me ha visitado y, con mucha efectividad, me ha dejado sin nada.

He aprendido, con gran asombro, que el fracaso es algo de lo que se evita hablar, que la dificultad se vive solo, que el dolor no se cuenta, que a pesar de estar en una época de híper conexión, no hablamos de lo que sentimos realmente, decimos lo que se ve bien, lo que no incomoda, lo que mantiene el personaje que queremos proyectar… Pero que todos sabemos, de una manera u otra, que no estamos mostrando lo que verdaderamente sentimos, lo que pasa por nuestra cabeza y nuestro corazón.

Es mi parecer, que la mayoría de personas suponemos que el expresarnos, al contar que no la estamos pasando bien, al ser vulnerables, realmente de alguna manera nos va a quitar credibilidad, hacer ver débiles o menos efectivos. Aunque no he comprobado que esto no suceda, sí he podido constatar lo descansado que puede ser  expresarse, vivir la realidad y ser auténtico…

Lo paradójico es que el fracaso, esa incómoda sensación de no haber logrado lo que queremos, es tan natural como sudar al hacer ejercicio; pasar por situaciones complejas que nos hacen vivir “la lucha” es tan natural como el dolor muscular al ejercitarse.

Así como en nuestro físico, sudar y sentir dolor nos demuestran que hay un trabajo en marcha, que se está liberando calor y que el sudor lo está enfriando, que el músculo está sufriendo estrés, que sus fibras se están rompiendo para ser rellenadas con colágeno, calcio y proteína, así nuestro dolor e incomodidad representa que hemos salido del umbral de lo conocido, donde somos competentes, y estamos enfrentando un nuevo reto en el caleidoscópico devenir de lo que llamamos realidad.

Lo que dificulta nuestro camino es, como ya lo dijeran los filósofos estoicos, nuestra valoración de las circunstancias, nuestro rechazo a lo que es, pensando más en lo que podría o debería ser. Es nuestra mente que, a través de nuestro ego, trae sufrimiento.

Mis recetas son producto de mi propio viaje, y son mi humilde aporte a tu camino. Los productos de mi experiencia y valoración no son verdades irreductibles, son ideas de un amigable filósofo, que espera que hagan más amigable tu viaje.

Cierro este primer artículo citando a Joseph Campbell:

“No hemos de encarar solos esta aventura, pues los héroes de todas las épocas lo han hecho antes que nosotros, el laberinto ya se conoce de principio a fin, sólo debemos seguir el camino del héroe, y donde creamos haber encontrado una abominación, habremos encontrado un dios, donde creamos haber matado a otro, nos habremos matado a nosotros mismos, donde creamos haber salido del mapa, estaremos en el centro mismo de nuestra existencia, y cuando creamos estar solos, estaremos con el mundo entero”.

 

 

Comentarios

Artículos relacionados