Si él pudo, vos también podrás salir de deudas

Éste es un post invitado de un lector, alguien a quien además tuve el placer de conocer hace poco y escuchar su historia: José Jimenez. Si te interesa escribir un post en Plata con Plática, escribime a [email protected] y con gusto lo publicamos. Los únicos requisitos son: que su contenido esté relacionado con finanzas personales y que cumpla con los criterios de buena redacción y ortografía. 

En el año 2008, por esas casualidades de la vida, asistí a un seminario sobre cómo mejorar tu vida, de esos que salen publicados de vez en cuando a través de diversos medios. Ese día algo dentro de mí cambió. Fue como si esa parte de mi mente jamás usada se activara y comenzara a producir muchas preguntas alrededor de temas importantes en mi vida, como: ¿es normal estar endeudado? ¿Cuándo pensás salir de tus deudas? ¿Cuándo vas a cumplir todas la promesas que le has hecho a tu familia? ¿Sabés que mañana vas a trabajar para generar efectivo que no será tuyo? Y las más importante fue: ¿Qué pensás hacer para cambiar tu forma de vivir? 

Esas preguntas comenzaron a repetirse en mi cabeza muy seguido. En ese momento llevaba una vida desordenada, compraba lo que se me ponía de frente, quería lo último en moda y tecnología para poder sostener el estilo de vida que aparentaba tener; y trataba de ponerme a la par de personas que tenían mejores  niveles -financieramente hablando-. Eso casi me mata, porque es difícil tratar de aparentar algo que no sos … retiro lo dicho, sí se puede aparentar, pero no dura más allá de los límites que tus tarjetas te lo permiten. Uno de mis mejores amigos tiene un dicho: «dos cosas en la vida son las que no podés esconder: la riqueza y la pobreza».

El día esperado en mi vida llegó. Choqué mi carro nuevo, todo se me vino abajo y mis planes de conquistar “el mundo» quedaron en la sala de mi casa al finalizar un capítulo más de pinky y cerebro. Fue en ese momento que dije: ¡hasta aquí! Sé que podrán estar pensando: “yo he dicho eso millones de veces pero siempre regreso a lo mismo”, sin embargo, en mi caso tuve que cambiar y mejorar mi forma de vivir. 

Comencé a educarme financieramente, investigué bien y a detalle cómo se lee un estado de cuenta de la tarjeta-algo jamás hecho en mi vida porque creía que no era necesario-. Sentía miedo al tener que enfrentarme a la realidad de las cosas. Asistí a algunos cursos, seminarios y leí algunos libros de cómo manejar tu dinero. ¿Y adivinen qué? Seguí hundiéndome porque no aplicaba nada de lo que leía, escuchaba o me aconsejaban, simplemente no quería salir del fondo del hoyo, tenía una lucha interna en mi mente que me decía: no te va funcionar, vas a quedar igual, es imposible no estar endeudado (léase bien imposible)entre otras cosas negativas. No recuerdo nunca haberme dicho interiormente algo positivo, todo era destructivo, era la información que tenía en mi mente en ese momento. ¿De dónde más iba a sacar algo bonito si solo cosas sin futuro tenía programadas?

Aunque podría extenderme más contando esa difícil etapa, prefiero compartirles lo aprendido. Hoy no soy un gran ahorrador ni experto en el tema pero sí les puedo decir que hago algunas cosas que han mejorado mi vida:

1.Tengo un sobre blanco, tamaño carta, donde guardo el ahorro para el colegio de mis hijos. Cuando toca la matrícula y la compra de útiles escolares al inicio de año no tengo que sacarme el total sino que me ayudo con lo ahorrado. Guardo C$100.00 mensual a más. 

2.En la cocina manejo un vaso al que en cada pago salarial le pongo C$30.00, C$50.00 o cualquier billete que sobre para la compra del tanque de gas. Así me ahorro dolores de cabeza y no tengo que sacar el precio total, es decir se auto compra.

3.En mi escritorio tengo un sobre que dice «Mantenimiento» y en cada pago salarial le deposito de C$150.00 a más o lo que me sobre. Esto lo utilizo para el cambio de aceite de mi auto, así evito tarjetear o sacar el costo total. Cambio el aceite cada 3 meses, eso es igual a C$300.00 mensual y el cambio cuesta unos C$1,000.00 dependiendo de dónde lo hagás o la marca de aceite.

4.No manejo mi única tarjeta de crédito conmigo. Eso sería como andar una pistola “por si acaso” cuando te vas a meter a un barrio peligroso a las 3 de la mañana. Usualmente no la ando porque así no la uso, si la anduviera estaría haciendo fila en un banco pidiendo un extra financiamiento en vez de estar escribiendo esto.

5.Apunto todos mis gastos desde una chicle hasta algo de mucho mayor valor. Lo que trato de hacer es llevar bien contabilizadas mis finanzas. Donde laboro tengo que entregar cuentas de gastos y ¿qué sucedería si le dijera a mi jefe: no sé cuánto gaste, no lleve registro, tengo un desorden total? Mi jefe me diría: no te preocupes el próximo mes lo hacemos borrón y cuenta nueva. Suena chistoso, ¿verdad?  Todavía me pregunto por qué los seres humanos manejamos bien o medio bien las finanzas de los demás (empresa donde laboro) pero no manejamos bien las nuestras.

6.Nunca y cuando digo nunca, o sea como quien dice jamás, voy al supermercado con hambre. Aquí no necesito extenderme más.

7.Jamás y cuando digo jamás, o sea como quien dice nunca, voy al centro comercial los días de pago. Sé que no podré resistirme y cometeré el error que he hecho por los últimos 30 años. 

Resumiendo, si me conozco evito circunstancias que me lleven a cometer los mismos errores una y otra y otra y otra y otra vez, ¿Entienden el punto? Sé que los días de pago habrán descuentos, días antes de los días de pago evito darme cuenta de ello, o sea no busco ofertas como excusa para gastar. 

Cuando compro me pregunto las reglas básicas: ¿Es urgente? ¿Es necesario? Y la más importante es ¿Si no lo compro hoy, puede causar una situación de la que luego me arrepienta?

Entiendo perfectamente qué pasa por tu mente, pero algo que una vez escuché y jamás se me olvida es: Que preferís: ¿verte bien o sentirte bien?” En mi caso prefiero sentirme bien por dentro y no verme bien por fuera, porque al acostarme y levantarme siempre me siento bien mientras que el verse bien termina al entrar en la realidad de la vida a las 1:00 de la mañana hablando con los mismos pensamientos, tratando de que la noche termine ya para poder levantarte, irte a tu trabajo y olvidar todos los problemas financieros que luego son recordados por llamadas telefónicas, correos de cobros, amenazas de embargos, entre otras cosas que no hacen más que darte hasta pensamientos de suicidio como mejor remedio a la situación.

Los dejo con estos pensamientos: ¿Qué vas hacer a partir, no de hoy, sino de este momento, de este preciso instante? ¿Qué te dice tu mente ahora mismo, qué cambios vas a hacer? ¿Cómo pensás mejorar? ¿Cómo pretendés detener esa bola de nieve? Un milagro jamás va a suceder sino te convertís en ese milagros vos mismo. 

 

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