¿Pensando iniciar un trabajo no deseado «temporalmente»? ¡Cuidado!

En los sitios de trabajo “no deseados” existe el riesgo de caer en una severa trampa. En un estudio realizado en los años 80s, un sociólogo estadounidense, William Thompson, encontró que unos jóvenes ingresaban a una fábrica bajo la suposición de trabajar ahí temporalmente. 

Según ellos, ahorrarían suficiente dinero como para costear futuros gastos universitarios, comprarse algún vehículo, o darse algunos gustos. Sin embargo, con el pago de sus salarios, los jóvenes rápidamente adquirieron hábitos de consumo y endeudamiento que les imposibilitaban renunciar a dichos trabajos no tan deseados y continuar sus carreras y objetivos profesionales, como lo habían originalmente planeado. 

Los niveles de endeudamiento y compromisos generaron una dependencia significativa, y en cuestión de meses, los jóvenes ingresaban a lo que Thompson (1983) llamó “la trampa financiera”. [Vea el estudio aquí] Algunos trabajadores, que originalmente pensaron trabajar ahí por un trimestre, tenían más nueve años de ser empleados de la fábrica cuando el sociólogo les entrevistó y tampoco habían iniciado sus estudios universitarios como habían previsto. 

Este fenómeno de trampa o dependencia financiera a un trabajo no deseado no es del todo ajeno a nuestras realidades. En Nicaragua, es común observar a algunos jóvenes inmersos estas dinámicas, sobre todo aquellos que están en los inicios de sus carreras profesionales. 

Muchos entran a esa dinámica laboral porque necesitan el dinero, a veces urgentemente, para algún proyecto o plan universitario o personal. Otros ven en estos trabajos un “comodín” laboral en el cual emplearse mientras encuentran algo más alineado a sus carreras en el difícil mercado laboral nicaragüense. 

Ingresan a estos empleos, sobre todo, por la remuneración que recibirán, a veces por encima de los promedios nominales, lo que les permitirá lograr, en teoría, sus metas. Lo cierto es que, con el pago de salarios, caen fácilmente en la trampa financiera pues no desarrollan estrategias adecuadas para mitigarla o ni siquiera se enteraron de la posibilidad de caer en ella. 

Ser conscientes de este riesgo potencial es el primer paso para evadirlo. Conviene entonces hacerse al menos tres preguntas para examinar qué tanto el trabajo que se tiene está sujeto a la trampa financiera. 

☑️ Primero, es importante cuestionarse constantemente si este puesto laboral está en el campo profesional donde se desea profesionalizar. Este punto se relaciona con reflexiones fundamentales como la vocación que sentimos, que no siempre se alinea con los trabajos que usualmente realizamos. Si este tipo de empleo en específico no es un sitio en el cual nos veamos a futuro, es un importante indicador del riesgo potencial de caer en esta trampa. 

☑️ Segundo, es clave reflexionar sobre la motivación principal de permanecer en dicha posición laboral, sobre todo si se caracteriza por ambientes tensos, rutinarios, y difíciles. Si el principal incentivo es el salario, motivo por sí mismo suficiente y válido, ese trabajo también tiene potencial de conducir a la trampa financiera. 

☑️ Tercero, es prudente evaluar objetivamente cuáles son las dinámicas de consumo tras recibir el salario. Si estos patrones generan elevados niveles de deuda y gasto, y la remuneración no garantiza el ahorro y la potencial inversión –en el amplio sentido de la palabra–, también el trabajador tiene alto riesgo de caer en la dependencia.

Una vez identificado qué tanto riesgo se tiene, es importante establecer estrategias para prevenirlo o incluso revertirlo si ya está presente. Definir objetivamente planes y metas a mediano y largo plazo sobre qué se pretende hacer con el salario es prioridad. 

Si el trabajador tiene muy presente, por ejemplo, que estará empleándose en esa posición “no tan deseada” con el objetivo de capitalizarse para posteriormente poner en marcha un emprendimiento o actividad que se alinee a su profesión y vocación, o invertir en su educación, el riesgo se disminuye considerablemente. 

Además, es fundamental diseñar presupuestos y revisarlos regularmente, como se ha indicado en muchas entradas en esta plataforma. Esta es una estrategia y responsabilidad primaria para llevar a cabo la meta propuesta que condujo, en un primer momento, a tomar el trabajo “no deseado”. Este ejercicio definirá con claridad hasta dónde se necesita capitalizar o ahorrar. Sobre todo, acelerará la llegada del momento de cuando sea conveniente y prudente renunciar a dicho trabajo sin caer en sus trampas. 

Un tercer paso para evitar la trampa financiera es estimular, con profunda reflexión y disciplina, la gratificación retardada. Es decir, el empleado en “trabajo no deseado” debe desarrollar la capacidad de posponer una recompensa o alivio presente por un beneficio o estímulo mayor en el futuro. 

De este modo, debe reconocerse que es importante disminuir estratégicamente el consumo. Solo así, estos trabajos originalmente pensados como medio y no como fin, cumplirán su cometido. Tener siempre presente los proyectos de emprendimiento futuros, o los advenideros planes de educación o inversiones, e imaginar racionalmente sus logros y potenciales son algunos ejemplos de cómo la gratificación retardada puede ejercitarse para rendir sus frutos. Esto exigirá al empleado en riesgo de trampa financiera ser especialmente disciplinado en sus ejercicios de planeación y adherirse a los presupuestos y proyectos para aspirar realistamente a la gratificación que vendrá. 

La existencia de trampas financieras en algunos empleos en Nicaragua hace necesario generar debate sobre este riesgo y potenciales formas de mitigarlo. Así, es necesario cambiar el imaginario social sobre el empleo, reconociendo que existen determinados trabajos que pueden ser útiles para capitalizarse, pero no siempre para quedarse en ellos. Ser consciente de esto debe ser clave para que muchos empleados, pero principalmente jóvenes nicaragüenses, no caigan en dinámicas tramposas como la aquí descrita.

Reconocer este riesgo es también significativo para los empleadores. El estudio de William Thompson demostró que la trampa financiera, junto a otras dinámicas laborales, generaba baja productividad y desencanto en los trabajadores. Esto conducía a severas consecuencias para el funcionamiento de la fábrica. 

En Nicaragua, los empleadores deben reconocer que existen empleos que tienen “vocación” de ser transitorios. Estudios sobre call centers –BPO y KPO– en el país, y algunas experiencias escuchadas en agencias de marketing, por ejemplo, ya han demostrado estas dinámicas. En el corto plazo, como encontró Thompson, trabajadores entrampados generan problemas de contratación y rendimiento, como ya se observa en muchos casos. Por ende, los empleadores también deben impulsar entre sus trabajadores estrategias de prevención y mitigación de este riesgo. Aún queda mucho por hacer en este sentido, empleados y empleadores por igual.

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