Por ese precio. . . . me lo llevo

precio-melo-llevo

Éste es un post invitado de alguien a quien admiro inmensamente y quien me ha enseñado mucho de lo que sé sobre administración y finanzas personales: mi mamá.  Si te interesa escribir un post en Plata con Plática, escribime a [email protected] y con gusto lo publicamos, el único requisito es que sea relacionado a finanzas personales y no contenga errores ortográficos.

Cuántas veces hemos ido a las tiendas o supermercados a comprar determinado artículo que necesitamos y cuando nos damos cuenta salimos con otra cosa que nada tenía que ver con nuestro objetivo de compra inicial. Y entonces ¿qué fue lo que pasó? Sencillamente caímos en la trampa de comprar algo porque no podíamos desperdiciar la súper promoción o descuento, pensando “por ese precio me lo llevo”, pues se supone estamos comprando una ganga.

Pero bueno, quizás hasta allí no está el problema, éste inicia cuando nos damos cuenta después de un buen tiempo que ni siquiera le damos uso a esa compra -la que generalmente es ropa o zapatos-, sino que actuamos impulsivamente, la propaganda nos motivó, nos envolvió. Como solemos decir: “no sé qué me pasó, ni cuenta me di de lo que hacía, solo sé que lo compré”. Y si a esto le sumamos que nos salimos de nuestro presupuesto y por consiguiente nos endeudamos, la cosa se agrava para nuestras finanzas y por ende merma nuestra tranquilidad. Así que amigos y amigas, a poner atención a nuestra manera de comprar.

Si nos fijamos, hoy en día las opciones y facilidades de compras van en aumento, a veces ni siquiera salimos de nuestras casas para realizarlas: basta que tengamos una computadora e internet, conectarnos y buscar –a veces a cualquier hora- las diferentes páginas que ofrecen la venta de todo tipo de artículos, para clientes y gustos variados y precios de acuerdo a los bolsillos que aunque no tengamos disponibles, usamos la tarjeta, que es la forma de comprar por esta vía.

Es decir, tenemos ante nosotras una gama de opciones y volvemos a caer en comprar algo que nos pareció bonito, quizás no es exactamente eso que andábamos buscando, pero esto otro se mira lindo y está a buen precio, y por ese precio…..hago click y envío la orden de compra. Estas cosas  suceden a unas/unos más que a otr@s, pero es de la vida terrenal. Por ello, quiero compartir con ustedes que hace como tres días fui donde una amiga que recién compró una casa y tenía dos juegos de muebles (que había comprado hace un buen tiempito)  y le dije:

-Yo: Qué bonitos están tus muebles, ¿dónde los compraste? Me dio el nombre de la tienda (el que prefiero omitir), a lo que agregué:

-Yo: Ahí es bien caro. -Mi amiga: Sí niña, no sé ni en qué momento los compré, solo sé que la dueña me dijo que me hizo un descuento y los fui pagando por un buen tiempo, hasta que lo cancelé.

Es decir, no tuvo ni idea de cuánto fue el valor exacto, solo sabe que los muebles son caros, y yo le agrego, bonitos también.

Estas formas de compra nos debe de poner alerta ahora que se acercan las fiestas navideñas, en donde el comercio afina el marketing de sus productos y ofrece un sinnúmero de mecanismos que en sí mismos no son malos, pero se pueden volver una trampa para nuestro presupuesto y el manejo de nuestro dinero. Esto son las famosas gangas, lleve uno y el otro a mitad de precio, facilidades de crédito (a veces con intereses altos que ni nos fijamos), pagar la primera cuota en el mes de diciembre, etc.

En conclusión, antes de comprar recordemos auto-analizarnos y preguntarnos “esto que voy a comprar, ¿es algo que realmente necesito o lo voy a comprar por impulso?” Que algo esté en descuento no es razón suficiente para comprar; caer en la trampa del marketing, la publicidad y las promociones va a afectar nuestra salud financiera no solo hoy, sino también en el largo plazo.

Autor: Argentina Vela Suárez

Comentarios

Artículos relacionados