Las dietas y las finanzas personales

Las dietas y las finanzas personales

Resulta que el otro día estaba hablando con una amiga sobre su situación financiera: bajo salario, ahorro inexistente y deudas que pagar. ¿Te suena conocido?

Mientras hacíamos su presupuesto por quincena para ver de dónde sacaba para pagar, ella me decía: pero es que no hay de dónde cortar gastos… ni modo que no salga”. Pues resulta que sí se puede no salir, sí se puede cortarle un poco al rubro del entretenimiento, si realmente queremos salir de deudas, ahorrar e invertir.

Y como las dos entendemos perfectamente lo que es estar a dieta y querer bajar de peso –maldita lucha con la balanza, ¡la odio!– se me ocurrió utilizar una analogía para ilustrárselo y fue la siguiente:

“Querer ahorrar –o pagar una deuda- es como estar a dieta: no podés comerte un pastel de chocolate cada vez que se te antoje, de la misma forma que no podés salir de fiesta cada fin de semana”. ¿Que es difícil? Sí, por supuesto que es difícil dejar de salir y dejar de comprar, pero, al igual que con las dietas, se requiere FUERZA DE VOLUNTAD.

Después de nuestra plática mi amiga quedó convencida que debía cortarle a las salidas si quería pagar sus deudas y empezar a ahorrar, y yo quedé pensativa en las similitudes entre las dietas y las finanzas personales. Así que aquí te van algunos tips aplicables a ambos rubros de nuestra vida:

Cuestión de matemáticas: Para adelgazar, las calorías quemadas deben ser mayores a las calorías consumidas. En nuestras finanzas, los gastos deben ser menores que los ingresos.

Subite a la balanza regularmente: Necesitás saber dónde estás parado y cuánto has avanzado en tus metas, llevar un registro de tu peso y tus medidas, y un presupuesto de tus gastos te ayudará a lograrlo.

Reconocé tus debilidades: Si ya sabés que no podés decirle que no a los helados, mantenete alejado del carrito de Eskimo; si tu debilidad son los zapatos, como yo, ni por error te acerqués a Nine West.

Tomá agua: Todos conocemos los beneficios de tomar agua para la salud, pero ¿qué tal los beneficios económicos? Es la bebida más barata que podés encontrar. Un recorte de gaseosita, cervezas, cafecito no viene mal.

Grupo de apoyo: Dicen que para cumplir nuestras metas debemos comunicar nuestro objetivo a la mayor cantidad de gente posible –formar un grupo de apoyo-; éstos evitarán que caigás en tentaciones de comida y te motivarán a dejar de gastar y seguir ahorrando.

Para lograr resultados duraderos debés cambiar tu forma de pensar: Hacer dietas milagrosas –de esas que bajás 10 libras en 3 días- es tan malo para tu salud, como para tu cartera. Si metés tu tarjeta en el congelador, pero no cambiás tus hábitos de consumo, al pagar tus deudas volverás a gastar de la misma manera. El cambio debe ser paulatino, pero perpetuo.

Costos ocultos: Muchos productos procesados “light” o “bajos en grasa” tienen cantidades enormes de sal y azúcar para compensar la falta de sabor y textura, que al final compensan el número de calorías que supuestamente te estás ahorrando. De la misma manera, al comprar una casa–por ejemplo- tenés que estar consciente que además de la mensualidad, debés pagar una prima e incontables comisiones.

No te des por vencido por un desliz: Si saliste al cumpleaños de tu amigo y comiste y tomaste todo lo que te pusieron en frente o si te fuiste al centro comercial y compraste más allá de lo que tu bolsa te permitía, no lo tomés como un presagio de que no podés lograr tus metas. Aceptá que cometiste un error y volvé a empezar.

Finalmente, dedicarte a poner tus finanzas personales en orden es muy parecido a estar bajo una dieta estricta: ambas pueden llegar a ser muy difíciles de hacer, las dos son para tu propio bienestar, y en ambos casos, si no te permitís respiros ocasionales podés enloquecer y terminar derrochando en algo que te alejará de tus objetivos.

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