La felicidad que trae el dinero

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¿No te encanta la emoción que sentís cuando comprás algo? Esa sensación de salir de la tienda con un nuevo par de zapatos y de llegar manejando el carro que recién adquiriste. Creo que a todos nos pasa. Sin embargo, seamos honestos ¿cuánto tiempo te dura esa sensación? En mi experiencia, la emoción de lo nuevo se pasa rápido y muy pronto las cosas que acabás de comprar ya son tan sólo cosas que forman parte de lo demás que tenés.

¿Alguna vez has visto a un niño jugar con una caja de cartón durante horas, mientras deja a un lado el juguete que venía adentro? Algunos deberíamos ser más como los niños que tienen la capacidad de divertirse sin un montón de cosas, mientras nosotros como adultos, sentimos la necesidad de recompensarnos a nosotros mismos (como muchos dicen “me lo merezco”) comprando cada vez más y más, ese sentimiento que te dice “mientras más tengo, más soy”. Pero realmente ¿soy más feliz a medida que tengo más dinero? Todos hemos escuchado el famoso dicho “el dinero no compra la felicidad” y su modificación “el dinero no compra la felicidad, pero cómo se le parece”. Sin embargo, nuestros patrones de consumo y hábitos del dinero hacen pensar que, sin importar cuántas veces hayamos escuchado esa frase, todos queremos comprobar por nosotros mismos si es verdad, adentrándonos en una carrera vitalicia por conseguir más, consumir lo mejor y acumular la mayor cantidad posible.

Si ser ricos realmente trajera felicidad, entonces ¿por qué los países como un todo no se vuelven más felices a medida que su situación económica mejora? En realidad, los estudios muestran que a medida que un país se va haciendo más rico, no hay ningún incremento en la felicidad de sus habitantes. ¿Saben ustedes cuál es el país más feliz del mundo en el 2012? ¡Costa Rica! Y bueno, Nicaragua no se queda atrás en el # 8; de hecho 7 de los 10 países más felices están en Centroamérica y el Caribe. (Si quieren ver la lista completa, pueden hacer click aquí).

Constantemente comparamos nuestra riqueza con la de los demás, somos competitivos, queremos lo que no tenemos y pensamos que eso nos va a hacer felices. En nuestros tiempos hemos tomado el dinero como una medida de éxito, pero se nos ha olvidado algo: es sólo una medida. Así, tendemos a olvidar lo verdaderamente importante y aquello que nos trae auténtica felicidad, enfocándonos en acumular por el simple hecho de acumular.

Estuve haciendo una pequeña investigación y resulta que según un sicólogo en la Universidad de Harvard llamado Daniel Gilbert: “durante décadas los sicólogos han estudiado la relación entre riqueza y felicidad y, en general, han concluido que la riqueza incrementa la felicidad humana cuando saca a la gente de la pobreza extrema hacia una clase media, pero después de ese punto no ayuda a incrementar la felicidad”. En otras palabras, más dinero te va a hacer feliz si y sólo si tu situación económica es tan precaria que tus necesidades básicas no están cubiertas; pero una vez hayás sobrepasado este límite, una mejor situación económica NO te va a traer mayores niveles de felicidad.

En mi opinión, la felicidad que trae el dinero al hacer compras y estrenar cosas es efímera… dura unas horas, unos días en el mejor de los casos. Si caemos en la espiral de comprar algo cada  vez que queremos estar felices, terminaremos abriéndole un hoyo grande al bolsillo y nuestra felicidad será cada vez más difícil de crear. El dinero no te hace feliz solo por tenerlo, sino porque te da la libertad de aprovechar aquellas cosas que más valorás. Al final, la verdadera felicidad es un estado interno – ¡difícil de lograr, lo acepto!- y mientras continués buscándola en compras y gastos, nunca la encontrarás.

En conclusión, el dinero no te hace ser más feliz… pero la pobreza tampoco. Lo que sí te hace feliz es tener control sobre tu dinero, en lugar de permitir que el dinero controle tu vida. 

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