De adolescentes, finanzas y redes sociales

Taller Adolescentes

Las finanzas nos deben importar a todos porque cada uno de los aspectos de nuestra vida está, de alguna manera, relacionada con el dinero. Ideal sería que aprendiéramos a usar el dinero desde pequeños y que, cuando nos lleguen los primeros salarios, lo usáramos sabiamente.

Sin embargo, lo que realmente pasa es que no recibimos educación financiera y vamos aprendiendo por nuestra cuenta, casi siempre a prueba y error. Errores que pagamos caros, literalmente. 

Precisamente por esto, se nos ocurrió lanzar un taller para adolescentes, donde abarcáramos dos aspectos súper importantes en la vida de los chavalos: la personalidad financiera y la digital. Así, este sábado se llevó a cabo el primer taller para adolescentes y lo que encontramos fue bien interesante.

Da la casualidad que por el tiempo que preparábamos el taller, el Centro Cultural Nicaragüense Norteamericano (CCNN), con su programa de beca Access,  se interesó por un taller similar… con una excepción: que fuera en inglés. Así que nos dedicamos a preparar dos talleres al mismo tiempo, uno en inglés y otro en español.

Estos talleres fueron impartidos con un día de diferencia, y aunque ciertamente fue cansado, nos cayó como anillo al dedo porque nos permitió tener los eventos frescos para poder contrastarlos.

Mientras los chavalos y chavalas del primer grupo (los del CCNN) eran de bajos recursos y venían de colegios públicos, los del segundo grupo (el privado, abierto al público) venían de familias más pudientes, asistían a colegios privados y, por supuesto, estaban acostumbrados a manejar cierta cantidad de dinero.

La primera sensación que me quedó es que el grupo 1 fue un grupo mucho más activo, interesado y participativo que los del grupo 2. Podría parecer contradictorio pues, a fin de cuentas, era un requisito más del programa que debían cumplir, no algo a lo que se habían anotado. Los del grupo 2, sin embargo, estaban pagando (bueno, sus papás) por estar ahí.

Cuando algo así sucede entre adultos, suele ser al contrario: aquéllos que pagan por sus capacitaciones y talleres, son los que muestran el mayor interés. Entonces, ¿qué pasó? Mi teoría es que, a diferencia del grupo 2,  para los del grupo 1 era una verdadera oportunidad estar ahí: algo que debían aprovechar.

¿En qué se parecen?

Las redes sociales son parte de su día a día, saben qué cosas vale la pena poner y/o compartir y cuáles no; pero no ninguno de los dos grupos había dado el paso para comenzar a formarse una identidad digital, ni a ver por qué es importante.

Se brindaron herramientas digitales que pueden servir a nivel de estudios, profesional y de entretenimiento productivo, a lo que ambos grupos respondieron con sorpresa y –me consta- anotaron las direcciones para comenzar a darles uso desde ya.

En cuanto al dinero, me encantó darme cuenta que explicar la diferencia entre un deseo y una necesidad fue todavía más fácil (y hasta intuitivo) que en grupos de adultos: estos chavalos estaban conscientes de en qué gastaban por deseo y en qué por necesidad y, claro está, que la mayor parte de sus gastos eran por deseo.

Y, ¿en qué se diferencian?

En definitiva, el nivel de ingresos de sus padres marca una clara diferencia entre la calidad de vida,  actividades que realizan y actitudes entre unos y otros.

Cuando hicimos el ejercicio de que diferenciaran, dentro de sus gastos actuales, los que son necesidades de deseos, las aparentes necesidades del grupo 2 ni siquiera figuraban en los deseos del grupo 1. Una de las muchachas del grupo 2 decía que para ella, un carro era una necesidad y nos contó las maravillas que tenía que hacer su mamá para llevarla de un lugar a otro por su agenda del colegio, deportes, etc.

Estuvimos platicando entre todos al respecto y fue lindo ver que ellos solitos llegaron a la conclusión: aunque tener un carro para ella les haría la vida más fácil a todos, no era una necesidad como tal y, de adquirirlo, no tenía que ser uno nuevo, ni un gran gasto: sino, algo que funcionara para suplir su necesidad.

Ciertamente hay muchos más hallazgos en ambos grupos y solo me llevan a confirmar lo importante que es dar herramientas de la vida –más allá de las enseñanzas del colegio- a nuestros jóvenes. Si ya sabemos lo que ha ocurrido con las generaciones pasadas, a los que no se les ha enseñado sobre educación financiera (y menos digital, porque no había), ¿por qué no comenzar a hacer algo desde ya?

Por acá te comparto algunas fotos del segundo evento, para que veás cómo estuvo. ¡Muchas gracias a los chicos deMejía & Bendaña fotografía por tomarlas!

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