¿Cuándo el Máster vale la pena?

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En posts anteriores escribí sobre las diferentes opciones a las que podés optar al momento de estudiar y algunas preguntas a hacerte vos mismo o misma cuando querés medir el posible retorno de tu inversión. Porque, al final, la educación es una inversión y algunos dicen, incluso, que es la mejor que podés hacer.

Muchos vemos el tema de la educación como algo lineal: bachillerato, universidad, maestría y, a veces, doctorado…. pero la realidad es que frecuentemente esto no sucede exactamente así y es probable que vos o alguien a quien conozcás hayás pasado por más de una carrera, estudiado uno que otro idioma y considerado un posgrado o curso en el medio antes de lanzarte al máster.

Y es que el máster es realmente una inversión y un compromiso a largo plazo. Algo así como cuando elegís a la persona con quien te vas a casar: también te terminás casando con tu profesión. Por esto, decidir si estudiar una maestría y, sobre todo, qué tipo de maestría es una decisión que no se puede tomar a la ligera.

Conozco a jóvenes que han basado su decisión en un mero requisito mental y su línea de pensamiento va algo así: si en la época de nuestros padres el mínimo era tener una carrera para optar a un buen puesto, en nuestos tiempos la carrera se da por sentada y el requisito es la maestría, por eso voy a sacar una. Y aunque este pensamiento no está del todo errado, creo que no es razón suficiente para esta inversión de tiempo, dinero y esfuerzo.

Sé también de chavalos y chavalas que movidos por esta misma competitividad, se han lanzado a estudiar un máster recién saliditos de la carrera, casi como para poder tacharlo de su lista y poder decir: “listo, aquí está”. El resultado son estudiantes que no terminan de sacarle el máximo a la maestría por su falta de experiencia y egresados con expectativas salariales muy infladas porque piensan que sus estudios tienen que valer. Y sí, por supuesto que cuentan, pero sin experiencia valés prácticamente lo mismo que un recién egresado de la carrera.

De esta forma, si bien es cierto que tus probabilidades de un mejor puesto o incremento salarial suben cuando tenés una maestría, no podés subestimar el valor de la experiencia y los años trabajados. De hecho, muchos gerentes de Recursos Humanos le dan más peso a la experiencia y a tus capicidades más allá de lo impresionante que se pueda ver tu diploma.

En este mismo sentido tenés que considerar cuánto valora la industria en la que te movés los estudios versus la experiencia. Por ejemplo, si sos un diseñador gráfico, probablemente a una agencia le va a interesar más qué has hecho antes, dónde has trabajado y ver tu portafolio a la maestría que hayás sacado, pues difícilmente ese estudio te va a hacer más talentoso.

Así, date a la tarea de averiguar qué tanto se valoran los estudios de posgrado en tu mundo profesional y si la maestría no te va a traer los ingresos o el puesto que esperás, quizá podrías considerar otros cursos pequeños que aumenten tu conjunto de habilidades y te conviertan en alguien más atractivo profesionalmente.

Una de las maestrías más buscadas es el MBA o MADE (Maestría en Administración de Empresas) porque se cree que te ayuda a ascender en la escalera profesional hasta llegar a un puesto gerencial. Pero, y ¿qué pasa si tu sueño es un montar una empresa? ¿Te serviría el MBA? Habiendo estudiado uno, te puedo decir que es debatible. La mayoría de programas están diseñados para gerenciar empresas grandes y no para comenzar negocios pequeños, por lo que puede que lo aprendido, no te sea de tanta utilidad.

Entonces, ¿cuándo sí vale la pena? Cuando estás seguro o segura que esa maestría va a hacer la diferencia en tu futuro profesional. Cuando tenés la experiencia y las habilidades desarrolladas para determinado puesto y sabés que la única razón por la que no te lo dan es por falta de un grado superior. Cuando estás listo o lista para comprometerte a largo plazo y sabés que ése es el camino que le querés dar a tu vida profesional.

En conclusión, una maestría es un compromiso de tiempo y dinero que hacés a largo plazo, por lo que no podés tomar la decisión a la ligera. A pesar de la creencia de que estos estudios te van a ayudar a subir en la escalera laboral, esto va a depender de la industria en la que estés y es importante asegurarse antes de tiempo si ese máster te va a servir para llegar a tu trabajo soñado.

Además, recordá que no solo los estudios importan y que la experiencia adquirida puede ser igual –o más- importante que esa maestría. Si después de este análisis decidís que este paso en tu profesión es justo y necesario, no te vayás de boca con el primer programa que te ofrezcan, date a la tarea de comparar universidades, países y las posibilidades de beca y financiamiento.

¿Y vos? ¿Has estudiado una maestría? ¿Querés estudiar una? ¿En qué te gustaría que fuera? ¿Por qué creés que te ayudaría en tu futuro profesional?

 

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