Por qué tu presupuesto no funciona

La base de una vida financiera sana es el presupuesto. Este plan te permite definir de antemano qué harás con cada uno de los centavos ingresados a tu cuenta. Para muchos y muchas solo el escuchar esta palabra “presupuesto” es sinónimo de estrés, de algo muy complicado, aburrido o necesario solo para quienes tienen mucho dinero.

No. El presupuesto es necesario para todos y puede ser tan fácil o difícil como vos querrás; al final, sos vos quien lo está haciendo para fijar tus metas. Con cada uno de mis clientes personales, el presupuesto es el primer paso porque para alcanzar cualquier objetivo financiero –ahorrar, salir de deudas, irse de viaje, etc.-, un plan es imprescindible.

Así pues, cuando por fin te convencés de la importancia de hacer un presupuesto y lo comenzás a elaborar, pasados un mes o, a veces, unos días, te terminás desanimando al sentir que no funciona. Este comportamiento no lo he visto únicamente con las personas a quienes doy asesorías, sino también lo he observado como un problema recurrente en los talleres y en los correos que recibo.

¿Qué está fallando?

Por lo general, no suele haber una sola causa, sino la combinación de varias. La mayoría de éstas se deben a la falta de experiencia presupuestando y a la curva de aprendizaje que, muchas veces, no queremos pasar porque tiramos la toalla a la primera.

Aquí las 5 razones que suelen estar detrás de tus frustraciones al presupuestar:

Como no conocés tus gastos de antes, los montos presupuestados no son correctos.

Esto lo veo cada vez que doy una charla sobre control de gastos y presupuesto y, al preguntar a los participantes cuánto gastan de combustible o de comida, me dicen “como tanto”. Esto es un claro indicativo que no saben en realidad cuánto están gastando –normal, considerando que no están haciendo un presupuesto- y, por esto, al hacer tus primeros ensayos te encontrás con montos menores a la realidad.

Se te olvida presupuestar los gastos hormigas

Clásico, te acordás de todos los gastos grandes (la renta, el pago de las deudas, el colegio de los niños, etc.) pero no de lo pequeñito del día a día: el café de la mañana, los almuerzos de cumpleaños en la oficina, la repostería de la tarde, entre otros. Todos estos gastitos solemos desestimarlos de forma recurrente porque al pensarlos «no tan altos» (C$40.00 o C$50.00) creemos que no hacen mucha diferencia. Sin embargo, precisamente la suma de todos ellos puede acabar con tu presupuesto.

Llevar un control de gastos implica un hábito

La primera parte es hacer un presupuesto, pero la tarea apenas empieza ahí. También debés llevar un control de tus gastos, para saber si realmente estás gastando según lo planificado. Este proceso es un hábito que no se adquiere de la noche a la mañana y si dejás pasar 2 o 3 días sin anotar cuánto has pagado, te desanimás y no volvés a ver tu plan. ¡No te des por vencido! Sin importar si se te han ido un par de días, siempre podés continuar y hacerlo mejor el siguiente mes.

No tenés un fondo de emergencia

Este ahorro te permite pagar cuando llegan momentos inesperados: un despido, la muerte de un familiar, una enfermedad u otra emergencia. Cuando se presenta la situación, recurrís a este fondo y así evitás salirte de presupuesto. ¿Qué pasa? Pocas personas van armando este fondito y, cuando les llega la emergencia, están obligados a usar el dinero que habían planificado para otro rubro. Es entonces cuando el presupuesto dejó de funcionar.

Creés que vas a hacer grandes cambios desde el día #1

Este es un comportamiento normal en el ser humano. Cuando estamos motivados creemos que podemos hacer cambios radicales de un día para otro. Cuando hacés tu presupuesto comenzás con una alta motivación, pensando en no volver a tener gastos innecesarios y recortando (en papel, al menos) tus rubros a la mitad. A medida que el mes va pasando, tu fuerza de voluntad va cediendo y tus gastos se comportan muy parecido a los meses anteriores. Por esto, si realmente querés hacer cambios significativos en tu vida, hacelo con buena voluntad y un paso a la vez, presupuesto incluido.

Finalmente, recordá que nadie nos enseña a llevar un plan y un control de gastos aunque es necesario desde los primeros ingresos. Al presupuestar, vos estás tomando control sobre tu dinero y no permitiendo que el dinero te controle a vos.

¿Y vos? ¿Llevás un presupuesto? ¿Cuáles son tus desafíos? ¿Con cuáles de estos comportamientos te identificás?

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