Emprendedores UAM: 4 lecciones de Fernando Paiz

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A mediados de Junio se celebró la XXI Muestra Empresarial de la UAM, en la que más de 300 universitarios presentaron sus proyectos de negocios y yo, por tercer año consecutivo, tuve el honor y la oportunidad de participar como jurado calificador de algunos de estos proyectos.

Como en todo, cada año hay proyectos buenos, proyectos más o menos y proyectos malos. Sí, es así. De repente te topás con alguno que decís: “¡wow! Ojalá hagan este negocio” y por eso, con cada uno de los equipos que me toca calificar les hago la pregunta del millón: “¿realmente quieren hacer esto o es solo para pasar una clase?”

Algunos responden solo con la mirada y me queda claro que les da vergüenza decir que es solo para la clase, pero también hay otros con la mayor motivación de hacer de su proyecto un emprendimiento real. Al final, son realmente muy pocas las empresas que se han formado a partir de esta clase.

Pero no es de los proyectos ni de los alumnos que hoy vengo a platicar, sino del invitado de honor que hubo este año. Fernando Paiz, un hombre sencillo y con un discurso tan poderoso que me hizo tomar notas para luego compartir con ustedes.

Resulta que Fernando Paiz es un empresario guatemalteco, Presidente del Grupo Latam Corporation y dueño de la franquicia de los hoteles Hyatt Place para la región. En su presentación dijeron que había formado más de 50 compañías y eso fue suficiente para llamar mi atención.

Cuando se levantó a dar sus respectivas palabras, comenzó diciendo que su primera empresa la había formado a los 12 años –así como lo oyen… bueno, lo leen– con un capital que su papá le prestó y que en ésta recibió su primera gran lección. A como él mismo lo dijo: «la ética en los negocios es como estar embarazada, o lo estás o no lo estás, pero no hay puntos medios ni tonos grises».

Contó que a su corta edad y teniendo un negocio sumamente rentable, se dio cuenta que su socio le estaba robando. Decidió pedirle un consejo a su papá sobre qué hacer y su papá le dijo que tenía que cerrar porque no podía jugar con la ética. Y así lo hizo.

¡Me pareció increíble! Así de sencillo. ¿Sabés por qué? Porque estamos demasiado acostumbrados en América Latina a jugar sucio y, en Nicaragua en particular, hasta creemos que alguien es listo o “vivo” si le da vuelta a un cliente, un proveedor, un empleado, un socio o la misma DGI. No podría haber estado más de acuerdo con él.

Posteriormente, Fernando pasó a dar unos cuantos consejos para los futuros emprendedores y trabajadores. Dijo que para él, habían cuatro conocimientos importantes que los futuros graduados debían tener:

1. Inglés, pues además de ser el idioma de los negocios, mucha de la literatura y nuevos hallazgos de los que se puede aprender, la vamos a tener que leer inglés.

2. Escribir bien, saber resumir y ser conciso. Dijo “no tengo tiempo de leer algo de 15 páginas, sino de 1 sola que tenga toda la información”.

3. Manejar la computadora. Bastante obvio, ¿no? Pero estoy segura que habrás notado que tus habilidades con computadoras, tablets y celulares es significativamente mayor a tus papás. Entre más sepás, mejor.

4. Manejar la contabilidad, reconocer la diferencia entre el flujo de efectivo y la rentabilidad. Y, obvio, acá yo no podría estar más de acuerdo.

Además recomendó rodearse de personas que piensan diferente y que tengan destrezas y habilidades diferentes a las nuestras. Sea un socio o un colaborador, lo ideal es que esta persona venga a ser un complemento en la empresa y no alguien que sabe hacer exactamente lo mismo que nosotros.

Y, finalmente, Fernando dijo que la imagen es muy importante y que no la debemos descuidar. Que ésta se proyecta desde la tarjeta de presentación que damos, lo que vestimos, el tipo de correo que enviamos, etc.

Realmente creo que tenía la boca llena de razón en cada uno de los consejos que dio. Me encantaron porque estaban súper apegados a la realidad que vivimos y no son simples palabras motivacionales de “vos podés”, sino palabras bien pensadas que ayudarán a todo el que esté listo a dar el primer paso.

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